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El cultivo de la biodiversidad

Una finca en l'Alcúdia se alía con insectos, anfibios y aves para conseguir cosechas sin contaminar

El cultivo de la biodiversidad

Hoteles construidos con ramas y cuya clientela son distintas especies de insectos, charcas controladas donde los anfibios conviven con la flora local, murallas vegetales, espacios cerrados para que las aves autóctonas construyan sus nidos y los puedan proteger del ataque de los depredadores. Los responsables de la finca la Florentina de l'Alcúdia han convertido a esta parcela de cultivo de 200 hanegadas de extensión en un paraíso de la biodiversidad gracias a un proyecto pionero en la Ribera. «La agricultura actual suele ser muy agresiva con el entorno, ya que solamente importa el cultivo y el producto final. Nosotros apostamos por respetar al máximo el medio ambiente, es el camino que hemos elegido. No hablo solo de no contaminar, hablo de crear biodiversidad», apuntó Vicent Borrás, responsable de estas tierras de cultivo 100 % ecológicas ubicadas en la comarca.

Uno de los conceptos que definen el modo de trabajar en estas parcelas es el de los «insectos útiles»: «Pondré un ejemplo muy claro. Hay una especie de avispillas muy pequeñas -de dos milímetros- que se convierten en parásitos naturales contra algunas plagas muy dañinas como la de los pulgones. Fomentamos su presencia y así contamos con un método natural de protección», expuso ayer Borrás a Levante-EMV. Consultado por los resultados finales, no dudó en sincerarse: «Lo cierto es que consigo bastante equilibrio en el control de plagas. No diré que llegó al 100 %, pero sí que me acerco y que cada vez ese porcentaje está más a nuestro alcance», explicó el responsable agrario natural de Carlet. Su afán por el respeto a la tierra es tal que durante los últimos años ha apostado por la plantación de arbustos autóctonos con la finalidad de preservar los microorganismos que pueblan el suelo. Además, también ha decidido cubrir los restos de las estructuras de hormigón que antes dividían las parcelas por murallas naturales: «La masa vegetal minimiza el impacto visual y el conjunto se mimetiza mejor, hay más armonía. Hemos apostado por esta filosofía y ya nos está dando resultados», expuso.

Murciélagos

Por otra parte, en la finca también se ha potenciado la estancia de especies animales clave, como los murciélagos. Borrás enumeró los beneficios de su presencia: «A lo mejor tienen mala fama, pero lo cierto es que estos mamíferos llegan a comerse hasta 500 polillas en una noche, lo que nos ayuda a prevenir los efectos que se podrían sufrir cuando se conviertan en larvas adultas. Todo tiene una conexión. Todo es importante».

El objetivo final de los gestores de la Florentina pasa por alcanzar las 400 toneladas de producción y hacerlo apostando por la diversidad de frutos. En la actualidad plantan caquis, granados, melocotones, albaricoques y brevas: «Antes en nuestros campos todo eran naranjos, pero decidí adoptar otra filosofía de trabajo y diversificar los cultivos. Hemos planificado la producción para empezar a finales de abril y acabar en diciembre. Son muchos meses, es un trabajo constante», explicó Vicent Borrás.

El cambio en el proyecto agrario se comenzó a gestar en el año 2000 y desde entonces en cada ejercicio se ha dado un paso más: «Estamos en constante crecimiento. Creemos que la agricultura ha de ser respetuosa con el medio por encima de otras muchas cosas. No hablo ya solo de no contaminar y respetar al consumidor -eso sí lo hacemos, no hay otro camino- sino que digo que hay que respetar al entorno. Es el futuro. Tengo constancia de que hay otros miembros del sector que siguen estas prácticas, pero no son muchos, esa es la pena», argumentó el dueño de la finca.

Luchar contra las urracas

La apuesta ecológica a ras de suelo también se completa con el respeto a las aves que pueden verse amenazadas por especies como las urracas, que atacan los nidos y paralizan el proceso de cría: «Hablamos de pájaros como los ruiseñores, mucho más pequeños. Lo que hacemos es colocar una especie de cajas con un agujero en la tapa para impedir que los depredadores ataquen los espacios en los que se encuentran los huevos. Cada primavera limpiamos estos compartimentos para contar con nuevos huéspedes llegados del cielo. Hace doce años no se veían urracas, ahora hay que luchar contra ellas. El medio cambia con el tiempo», apostilló.

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