El turismo rural de la Ribera está cada vez más de moda. La llegada de visitantes del centro de Europa ha permitido que prácticamente la totalidad de las casas rurales de la comarca estén llenas durante los meses de verano, además de experimentarse este año la prolongación de los buenos resultados, con público que se turna en las viviendas ya desde mayo y hasta octubre. La gran amplitud de la Ribera permite que existan dos tipos de turismo rural, con uno dirigido a canalizar la demanda de sol y playa y el otro centrado más expresamente en la actividad interior vinculada al campo, la montaña y el relax.

En el caso de las casas rurales situadas en la Ribera Baixa (con gran proliferación en Polinyà de Xúquer, Benicull, Llaurí, Corbera o Cullera), las familias deciden apostar por el campo pero con interés también de contar con la proximidad con la playa. Los precios son mucho más altos que en otras localidades como Carcaixent, Sumacàrcer, Antella o Algemesí, donde los visitantes sí buscan huir de las masificaciones. El gerente de las casas rurales El Clavell y Dánna, Lambert Castelló, ha visto como sus visitantes llenan sus viviendas desde los meses anteriores al verano y hasta octubre.

Registra un lleno total, con turistas principalmente de Holanda, Austria y Bélgica. La semana se costea en más de 1.000 euros a la semana durante la temporada alta de verano, mientras el resto del año el precio se sitúa en los 950 euros. Una situación que se repite en la Casa Rural Sansofí de Llaurí, que ya lleva varios años si poder tener a más público. Cien por cien de ocupación durante los tres meses del verano y mucha asistencia (sobre todo concentrada los fines de semana) en el resto del año.

Las condiciones cambian una vez la playa queda más lejos. Los turistas proceden de diferentes rincones del mundo, los precios son más bajos y la ocupación mucho menor. Es el caso de la casa rural «Tot Estiu» situada en Sumacàrcer. Reciben visitantes europeos pero también del interior de España. Buscan la tranquilidad de pueblos con un gran potencial natural. Sin embargo, y a pesar de que en el territorio valenciano sigue primando el turismo de sol y playa, sus niveles de ocupación no son nada desdeñables, rozando el 93 % durante los fines de semana y el 70 % el resto de días del verano. La demanda se mantiene estable.

El interior del interior

En la Casa de la Serratella de Carcaixent (un caserío de más de cien año considerado un museo etnográfico por contar todavía con el mobiliario original) la ocupación ronda el 100 %, con mayoría de turistas llegados de Francia y Alemania, gracias sobre todo a convenios de colaboración de universidades españolas con europeas que reportan numerosos estudiantes interesados en la investigación citrícola. También familias que organizan eventos puntuales como despedidas de solteros, aniversarios de boda o cumpleaños.

El turismo rural siempre ha tenido un referente interior en l'Assut de Antella, que este año está volviendo a ser disfrutada por miles de personas de variopintos enclaves. Los fines de semana llegan allí decenas de autobuses y centenares de vehículos privados. Se trata de turismo de un solo día, ya que la localidad no cuenta con oferta hotelera y a penas se contabiliza una casa rural. El interior ofrece múltiples posibilidades turísticas. Los deportistas más atrevidos disponen de caminos para practicar carreras de montaña, tanto a pie como en bicicleta, o de ríos que se puede navegar en kayak o piragua. Opciones con mayor descarga de adrenalina son las que proponen en Sumacàrcer, Antella o Tous con la escalada en paredes montañosas o artificiales o la práctica de espeleología en cuevas con una gran riqueza geológica. Mientras, los más sosegados pueden gozar de las oportunidades que brinda la pesca deportiva o el cicloturismo, o incluso pueden aprender a montar a caballo. Una oferta alternativa al sol y playa que cada vez gana más adeptos.