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Casi el 65 % de los incendios forestales de la comarca son provocados

? La Ribera completa los tres meses de mayor peligro con catorce pequeños conatos y una superficie afectada de tan sólo 3,5 hectáreas

La Ribera empieza a dejar atrás un verano especialmente tranquilo en materia de incendios forestales. Cualquiera hubiera firmado completar los teóricamente tres meses mas calurosos y, por tanto, de mayor riesgo, con poco más de 3,5 hectáreas afectadas por incendios forestales, aunque no se puede cantar victoria. Sin ir más lejos, el incendio más grave del verano anterior se produjo a finales de septiembre en Rafelguaraf. La superficie quemada en el Barranquet de Cabot, alrededor de 30 hectáreas, es diez veces superior al terreno calcinado en los catorce fuegos que la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente y Cambio Climático contabiliza en la Ribera en los últimos tres meses. De hecho, en base al argot que utilizan los técnicos, ni siquiera se podría hablar de incendios ya que en ninguno de ellos la superficie quemada es mayor de una hectárea, por lo que tienen la consideración de conatos. La estadística de la conselleria revela otro dato que sí resulta preocupante. Casi el 65 % de los fuegos declarados entre junio y agosto fueron provocados.

La mayoría de los incendios registrados durante el verano -las lluvias de los últimos días han reducido el riesgo, aunque el aparato eléctrico que descargan algunas tormentas también representa una amenaza- se concentraron en agosto, ya que la conselleria computa en este mes ocho conatos y, entre ellos, los dos más graves, que se localizaron en el paraje del Pi d'Ambrosio de l'Ènova y en una zona de cañar junto al Xúquer en Polinyà. En ambos casos, los técnicos estimaron en una hectárea la superficie afectada. El incendio de l'Ènova fue si acaso más grave ya que la superficie afectada estaba formada por masa forestal. Por su parte, la Ribera registró en julio cuatro pequeños incendios y dos en junio.

Nueve de los catorce fuegos del verano fueron provocados -entre ellos los dos más graves-, mientras que dos (14,2 %) tuvieron su origen en un rayo y uno, el registrado a finales de julio en el Pla de la Galiana de Carcaixent, junto al campo de golf, se produjo por una negligencia, según los datos de la conselleria, que señala como desconocida la causa de los dos restantes a la espera de lo que pueda determinar la investigación.

El total de la superficie afectada es de 3,579 hectáreas, bastante inferior a las 40 que ardieron en 28 fuegos registrados en la Ribera entre julio y agosto del año anterior en un verano que también resultó tranquilo en este ámbito.

«El riesgo ya no se limita sólo a los meses de verano»

El ingeniero forestal de la empresa Medi XXI de Carcaixent Ferran Dalmau defendió ayer que no se puede atribuir a la suerte el mayor o menor número de incendios durante la época estival ya que, según dijo, «es una cuestión muy relacionada con la meteorología, que sea más o menos favorable, y que la gente sea más o menos imprudente. La única cuestión que depende de la suerte es que caiga un rayo que cause un incendio o no», indicó.

Dalmau, no obstante, advirtió de que un estudio estadístico que abarca el período 2000-2015 revela una tasa de éxito en la extinción superior al 99,5 % de forma que de los 4.444 incendios declarados en ese período en la Comunitat Valenciana sólo 19 tuvieron la consideración de gran incendio forestal al superar las 500 hectáreas.

El experto alertó de que uno de los nuevos problemas es la «desestacionalización del riesgo», es decir, ya no se limita a los meses de verano y en cualquier momento se puede producir un gran incendio. «Hay dos cosas en las que podemos incidir, el paisaje en el que jugaremos la partida, que puede estar más o menos gestionado y hay que tener claro que todo lo que no gestionamos nosotros lo acabará gestionando el fuego -indicó Dalmau-, y el entorno de las zonas pobladas», comentó, mientras comparaba la afección que han sufrido las urbanizaciones de Gandia en el incendio de Llutxent con decenas de viviendas quemadas, con la situación que se vivió en Santa Marina en 2016: «Ilustra muy bien la diferencia entre hacer prevención y no hacerla».

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