El caso de Pepe Bellver, agricultor de Alginet, es uno de muchos, aunque seguro que más de un trabajador del sector encontrará familiares estas palabras: «Ahora mismo no se ve interés alguno por parte del comercio de cara a comprar. Vienen, ven la fruta y se van sin hacer siquiera una oferta. Como se introducen clementinas del hemisferio sur, hasta que no se agotan esas, las nuestras no se venden».

Este hecho tiene una clara explicación para el vicepresidente segundo de AVA, Bernardo Ferrer: «Las naranjas de aquí se acabaron muy pronto este verano, así que los comercios, sobre todo las grandes superficies, han hecho acopio de producto del cono sur», asegura. Es decir, tienen la despensa llena. A esto se suma el incremento de la producción de entre un 10 y un 12 %. «No tienen prisa por comprar», resume Ferrer. En ese punto es cuando al agricultor le entran las dudas, acaba malvendiendo su producto y, como si de una partida de cartas en un casino se tratase, la banca siempre gana. «Estas entradas masivas de naranja de Suráfrica se deben a convenios mal hechos, no existen los mismos protocolos de seguridad y sanidad, así que traen consigo plagas. Las normas tienen que ser iguales para todos», añade el vicepresidente de AVA.

«Se palpa mucha incertidumbre e inquietud, hay una mala sensación que nos ronda a todos», tercia Bellver, notablemente preocupado, a lo que añade: «Vemos que el interés por las variedades más tempranas desaparece pese a que tenemos un producto de muy alta calidad». Además, como suele ocurrir en estos casos, las comparaciones son odiosas: «En la pasada campaña las variedades extratempranas se rifaban, en esta no. Cada año es diferente», aduce Ferrer al respecto.

Abandono de campos

El agricultor tiene sus costumbres y, aunque sabe que el clima puede causarle daños considerables, siempre espera poder vender el fruto de su esfuerzo. No obstante, esto último no siempre se produce (o no en las condiciones que desearía). «La agricultura tiene una serie de prácticas culturales que requieren mucho trabajo, hemos invertido dinero y tiempo sin saber si lo vamos a recuperar. Ahora nos encontramos con unas clementinas que se tienen que recolectar; de lo contrario se lanzan a perder, pueden sufrir las consecuencias del 'pixat' o la piel se puede endurecer. Al final, es normal que cada vez se vean más campos abandonados», sostiene Bellver.

Con todo, el futuro no es negro para los cítricos ya que esto es solo el comienzo de una campaña muy larga que abarca más de una veintena de variedades. «Se nota un ambiente de parálisis entre los operadores», esgrime Ferrer para proseguir: «Aunque en algunas parcelas con buenos calibres se recolecta la fruta, se hace con cierta apatía. No obstante, no está todo dicho. La campaña está siendo atípica por las elevadas temperaturas del verano, ese exceso de calor hace que las mandarinas vengan con retraso. Pero las lluvias de estos días ayudarán a que haya una naranja de calidad, fina y con mucho azúcar».