La Administración Pública reclama a los ciudadanos una serie de exigencias que, en ocasiones, ni siquiera ella misma es capaz de cumplir. Orden, puntualidad o disciplina son algunas de las virtudes que se le piden a cualquier hijo de vecino cuando, por ejemplo, debe pagar sus impuestos o poner al día su documentación. Pero eso se complica cuando es la propia administración la que pone la zancadilla al ciudadano con un servicio que roza el tercermundismo, como ocurre en el Registro Civil de Alzira.

La oficina es un caos desde diversos puntos de vista y eso no pasa desapercibido para unos vecinos que se desesperan cada vez que deben cumplimentar un trámite. «He ido tres veces para presentar los papeles del matrimonio y todavía no he podido hacerlo», explica Jordi Parada, vecino de la localidad. Pero él no es el único que tiene que acudir una y otra vez al Registro para poder cumplimentar un trámite. En los últimos días también se han dado casos de gente que ha tenido que ir en repetidas ocasiones para, por ejemplo, pedir la fe de vida. Ni el propio Mariano José de Larra pudo describirlo mejor hace dos siglos: «Vuelva usted mañana».

El escenario que uno se encuentra en el Registro Civil de Alzira es un tanto barroco. Una abigarrada multitud aguarda su turno en un espacio que ni siquiera es una sala de espera. Un turno que, por otra parte, no han podido coger de ningún tipo de dispensador. «Parece un mercado», denuncia Parada, que añade: «Aquí se pide cita como hace cuarenta años, viene alguien y pregunta quién es el último. Luego hay personas que se van y vuelven, lo que genera discusiones por ver quién iba detrás de quien».

«Sin constancia de quejas»

Lo que más preocupa a los usuarios es que la situación de caos no responde a un caso puntual, sino que es algo más bien generalizado. «Siempre es igual, da igual el trámite que vengas a hacer», asegura una vecina que no quiso dar su nombre. «Los propios trabajadores reconocen que esto pasa, como aquel que dice, toda la vida», añade Parada.

Según denuncia el propio Parada, esta misma semana se produjo un desmayo en el Registro Civil. «Una chica se desplomó en el suelo, y eso que no estamos en pleno verano...», comenta, para luego añadir: «Ves que no hay sala de espera, ni sillas donde sentarse, gente haciendo cola a la puerta, personas mayores sentadas en el suelo... Y lo único que piensas es que no se puede dar una atención más mala».

En la cabeza de muchos usuarios (especialmente de los más jóvenes) no cabe que, en la actualidad, muchos trámites se tengan todavía que realizar de forma presencial. «Yo simplemente quería dejar allí unos documentos, que bien se podrían haber enviado por correo electrónico o dejado simplemente en un buzón», afirma Parada.

Pero lo que más molesta a los usuarios es que sus reclamaciones no llegan nunca a buen puerto. «Cuando uno pide poner una queja, en vez de entregarte un copia, que sería lo normal, solo se genera un documento, que se quedan ellos, así que no queda constancia alguna de esa queja», denuncia el alcireño.