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De la descalificación a la prepotencia

Desearía llamar la atención sobre algunos hechos recientes que son indicadores contrastados de la desidia de determinados concejales, y de la propia alcaldesa del Ayuntamiento de Sueca, Raquel Tamarit, pese a sus obligación de justificar sus nóminas y defender los intereses del municipio.

Sueca acaba de perder una subvención de 120.862,84 euros para mejoras de caminos y viales, habilitada por la Diputación que preside el socialista Toni Gaspar, por la negligencia del concejal y presidente del Consell Agrari, Salvador Campillo. El organismo provincial ya tenía predispuesta la cantidad y el ayuntamiento tan sólo debía justificar la necesidad para que pudiera ser ingresada en las arcas municipales.

Aunque hay para completar una enciclopedia, el segundo de los hechos que deja con el trasero al aire al pacto local de nóminas entre Compromís y GISPM se produjo el pasado 17 de septiembre, día en la que se suspendió, por falta de quorum, la Junta de Gobierno Local prevista. La alcaldesa prefirió ir a comer al restaurante de El Palmar que el día anterior había obtenido el primer premio del Concurso Internacional de Paella de Sueca.

El tercer capítulo del sainete que nos desgobierna raya el ridículo. La edil de Compromís Isabel Jiménez criticando públicamente mi manera de coger el micro, de hablar y de dirigirme a la cámara durante los plenos municipales. Perversa obsesión la suya, de estar en el pleno y controlar cada uno de los planos realizado por este medio público. Jiménez debería ser tolerante con la oposición, y consciente de que su patrón personal mental de lo correcto no debería ser plasmado en ningún libro, por el bien de la ciudadanía. Más tendría que preocuparse la Sra. Jiménez por el salario de los trabajadores de la limpieza viaria, que aún no han cobrado la subida salarial prometida por la empresa adjudicataria. Ella llegó a decir en el pasado pleno «que no sabía aún lo que querían los trabajadores». Tremendo.

Ni coordinación, ni transparencia, ni transversalidad. Todo ello brilla por su ausencia por mucho que se llenen la boca con ello. Pretenden sólo adornarse en los Plenos Municipales con descalificaciones hacía la oposición y sin argumentos sólidos para justificarse. Con el aditivo de la prepotencia por parte de la máxima autoridad durante los debates.

Sin ir más lejos, en la sesión plenaria del pasado jueves, ante mi interpelación a la edil Isabel Jiménez por el vídeo grabado a la bancada de la oposición durante un pleno, y difundido en un principio por ella misma, me tachó de «manipulador» por criticar en las redes sociales la actitud de una concejala que cobra 1.800 euros al mes y que parece tener como hobby grabar a la oposición en un pleno. Asunto calificado como bastante grave en otros ayuntamientos (buscar en internet) y que en Sueca todo se quedó en una tímida disculpa hacía su excompañero de Compromís.

Ante la grave incorrección de dicha concejal, la alcaldesa insinuó ante la corporación y en el mismo acto público, de manera despectiva, que una de mis aficiones «por la noche» era mezclar música al modo de un Dj. Es increíble que una primera autoridad de una ciudad como Sueca, pretenda echar una cortina de humo sobre la lamentable gestión política, suya y de los suyos, haciendo uso de una banalidad o afición personal bastante normal, de un concejal de la oposición, cuando la pone entre la espada y la pared políticamente hablando. Y más dando a entender, que algunas aficiones para ella son algo «extrañas», cuando en nuestra ciudad hay bastantes vecinos con el mismo hobby, e incluso algunos que la tienen como profesión, bastante respetable por cierto.

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