? La autorización de las quemas depende de múltiples factores: la localización de la parcela, la dirección del viento o la acumulación de partículas contaminantes en suspensión. El objetivo es suprimir esa costumbre en tres años. No hay alternativa. Las directrices de la Unión Europea son incompatibles con estas prácticas. Y los responsables del gobierno autonómico han empeñado su palabra para encontrar una solución que contente a todos. «Hay que crear un modelo económico circular que parta de la convicción de que la paja no es un residuo sino un recurso», enfatiza Quesada. Diversificar su uso en varias aplicaciones industriales posibilitaría que la venta de ese residuo vegetal beneficiara también a los agricultores arroceros.