El calendario para quemar la paja del arroz en las parcelas autorizadas del parque natural de l'Albufera o bien para retirarla en balas que permitan su reaprovechamiento industrial se agota sin que puedan cumplirse los objetivos pactados entre el Consell, los agricultores y los colectivos ecologistas. La metereología ha impedido volatilizar mediante la combustión esos residuos vegetales o empaquetarlos como materia prima para diversos usos empresariales. Por eso, la Secretaría Autonómica de Medio Ambiente se ha propuesto encontrar una fórmula que facilite la entrada de la maquinaria en los arrozales en un escenario meteorológico adverso para asegurar su reciclaje, cuyos beneficios llegarían al labrador, y conseguir que, dentro de tres años, puedan eliminarse definitivamente las quemas que tanto irritan a los ciudadanos por el intenso humo que provocan.

Los arroceros estiman que la lluvia apenas ha permitido quemar este año un 10% de la paja. El Consell todavía no dispone de datos fidedignos. El periodo de incineración todavía no se ha cerrado. Quedan unas semanas, hasta final de mes, aunque el margen, siempre pendiente de la pluviometría, ya es muy estrecho. El secretario autonómico de Medio Ambiente, Fran Quesada, se muestra en cualquier caso optimista con la metodología empleada y subraya que nace fruto del consenso entre todos los agentes implicados.

Existen informes de Salud Pública que alertan del nocivo efecto del humo provocado por la quema. Las quejas emitidas por los habitantes del entorno de l'Albufera han sido tan constantes como justificadas. Los pacientes con alergias o asma lo pasan fatal y las emisiones que se lanzan a la atmosfera chocan con cualquier normativa medioambiental. La necesidad de encontrar alternativas no es, por tanto, una opción sino una obligacion que ya ha sido asumida por todos.

Múltiples variables

El uso industrial de la paja multiplica las variables que estudia el Consell. El uso de la paja triturada como compost abre un abanico de posibilidades que también contempla su aprovechamiento como alimento para el ganado, su uso para la fabricación de mobiliario plástico de gran dureza y durabilidad, su explotación como generador de gas a través de la biometanización, o su uso en la produccion química. Investigadores del IVIA también evalúan la posibilidad de triturar la paja para que sea aprovechada como abono, aunque esta finalidad depende de los estudios que se realizan sobre su afección fitosanitaria.

Cualquiera de esas vías están abiertas, aunque la mayoría de ellas depende de las garantías que ofrezca la extracción de la paja. Este año ha quedado de manifiesto que un otoño muy húmedo impide recogerla. El Consell tenía previsto gastar este año 500.000 euros en las tareas de retirada y embalado. Buena parte de ese dinero tendrá que destinarse a otras partidas ante la imposibilidad de encontrar una maquinaria que no se hunda en el fango cada vez que llueve. Quesada invertirá ahora tiempo en encontrar una solución. También por consenso.