Un estudio realizado por los técnicos municipales cifra en casi medio millón de metros cúbicos el volumen de agua que en la madrugada del viernes recogieron los barrancos que confluyen en el Camí dels Pescadors y que provocaron inundaciones en los barrios de Les Basses, el entorno del parque de l'Alquenència, Venècia y la Nueva Alzira y en la zona del parque Pere Crespí. El dato lo facilitó anoche el alcalde, Diego Gómez, en la primera asamblea con vecinos afectados, celebrada en el casal de la falla Ausiàs March.

Los técnicos han calculado la zona de influencia de cada uno de estos torrentes -allí confluyen el Barranc Fosc, el de Gracia María, el de les Estreles y el camino-barranco de l'Arena- y han multiplicado la superficie por una media de 230 litros por metro cuadrado, detalló el responsable del departamento de Urbanismo, Miguel Vila. Los pluviómetros ofrecían aquella noche registros desiguales. No obstante, ambos coincidieron en señalar que la inundación fue producto de una barrancada que había desbordado todas las infraestructuras de desagüe.

El alcalde detalló que el primero en desbordarse fue el Barranc Fosc que, en base a ese cálculo, recibe las aguas de un área de casi 580.000 metros cuadrados y transportó por tanto más de 133.000 metros cúbicos de un total de 499.171 m3. No fue el torrente que más agua transportó esa noche. Por el Camí de l'Arena bajaron más de 158.000 metros cúbicos.

Los vecinos aprovecharon el encuentro con miembros del equipo para expresar su malestar porque nadie avisara de lo que se venía encima, ni antes de que se produjera ni ya en plena noche aprovechando la megafonía de los coches de Policía Local. El alcalde defendió que con la rapidez con la que bajó el agua «sólo podíamos esperar a que bajara el nivel» y defendió que dar la alarma cuando había ya zonas inundadas hubiera sido contraproducente. En concreto, señaló que las personas que todavía hubieran podido reaccionar se hubieran dirigido con sus vehículos a las zonas más altas que, en esta ocasión, eran precisamente de donde venía el agua, con el consiguiente riesgo para su integridad. «No podíamos dar una orden y provocar una situación más complicada de la que ya había», expuso Diego Gómez.