­La lista no deja de crecer. Tras la publicación del libro «La ignomínia de l'oblit» quedó constatado que hubo treinta y nueve personas de la Ribera que pisaron los campos de exterminio nazis, que padecieron lo que algunos denominaron como el «infierno sobre la tierra». Era, como los autores ratificaron en todo momento, una provocación a la investigación, una manera de abrir un melón que debía tener continuidad. Porque la democracia (siempre se relata en el volumen publicado por la Universitat de València) se debe cimentar en la lucha antifascista que protagonizaron aquellos ribereños y que quedó silenciada después por la dictadura franquista y una Transición que igualó la amnistía con el olvido.

Es tal el nivel de desconocimiento sobre aquella época y sobre aquellos personajes, que tras la publicación del libro un estudio de varios investigadores que trabajan los deportados de Sagunt a los campos de exterminio del III Reich pudo constatar que Juan Bautista Barberà Solà, de Llombai, se sumaba a la lista. Fue asesinado en el subcampo de Gusen el 14 de noviembre de 1941. Añadía el nombre de dicha localidad a Carcaixent, Alzira, la Pobla Llarga, Algemesí, Sueca, Vva. de Castellón, Massalavés, Carlet, l'Alcúdia, Albalat de la Ribera, Corbera, Guadassuar, Sumacàrcer, Sollana, Turís, Tous, Cullera, Alberic y Almussafes. Pero no era el último en sumarse. Las investigaciones de Guillem Llin han podido desvelar que el deportado Antonio Francés Perís era de Villanueva de Castellón. La lista por tanto sube a cuarenta y un ribereños en los campos de aniquilación nazis.

Francés nació el 16 de marzo de 1908 en la localidad ribereña, como así consta en el acta de nacimiento que todavía se conserva. Era hijo de Bernardo Francés Alonso y de Leonor Peris Mas.Su pista se pierde después hasta la finalización de la guerra de España. En el exilio estuvo en el campo de refugiados de Saint-Cyprien (situado en la costa gala y cerca de Perpiñán) en el islote F en compañía de una numerosa colonia de valencianos. De ahí salió enrolado -según las investigaciones iniciales de Llin- en la Compañía de Trabajadores Extranjeros 114 (CTE) y abandonó Saint-Cyprien el día 26 de diciembre de 1939, en un largo viaje por ferrocarril de cuatro días de duración que lo llevo por Elna, Narbonne, Carcassonne y Faultquemont hasta el destacamento de Guessling, en plena Línea Maginot, a escasos kilómetros de la frontera con Alemania. Justo es decir que la CTE 114 fue una de las que más mala fama tuvo por su férrea disciplina, la poca comida que daban a los republicanos y por la intransigencia absoluta de los mandos franceses ante las demandas de los integrantes españoles, como por ejemplo más ropa de abrigo en un invierno muy riguroso. Los meses siguientes los pasan con trabajos de apoyo para el ejército francés entre las poblaciones de Guessling, Elvagne, Flétrange y Grostenquin, donde, el día 14 de junio de 1940, cae la posición en manos alemanas y se produce la desbandada de la compañía. La primera obsesión de los republicanos es conseguir ropa de civil para no ser detenidos por los nazis.

A partir de ese momento el destino se convierte en una cuestión puramente de azar. En unos casos lo creerán, en otros no. Así, son detenidos los valencianos César Orquín (València, 1914-Mendoza, 1988) y Albor Cifres Ferrando (València, 1912-Mauthausen, 1943), el castellonense Antonio Francés y Luis Moreno Sabater (Monòvar, 1918-Buenos Aires, 2003), los cuales son trasladados al «stalag» de Estrasburgo, un campo de prisioneros alemán. La ofensiva nazi provocó la apertura de más de 140 campos de prisioneros en territorio francés, conocidos como «frontstalag». Uno de ellos fue el de Giromagny, en la zona donde fueron detenidos los republicanos. El motivo por el cual no fueron internados allí es porque a los españoles no se los consideró prisioneros militares, porque hacían tareas de apoyo para el ejército pero no eran propiamente un cuerpo bélico. A partir de ahí, el 13 de diciembre de 1941 entra en Mauthuasen, donde se le asigna el número 4.676. Curiosamente, en la entrada aparecen los apellidos cambiados, Peris Francés y la profesión que consta es la de chófer.

En el «Kommando César»

Aunque no se sabe por qué las listas no se han conservado, es muy probable que formara parte desde el primer momento del «Kommando Orquín», un grupo capitaneado por el valenciano César Orquín Sierra, que consiguió que le dieran permiso para salir de los campos centrales de Mauthausen para hacer trabajos exteriores. Así, estuvieron en Vöcklabruck (cerca de un año) y en Ternberg (más de dos) donde las condicionas eran mucho más suaves que en Mauthausen. El convencimiento de que formó parte de estos dos kommandos viene porque la tercera vez que Orquín salió al frente de un grupo de prisioneros, el de Redl-Zipl (medio año, hasta la liberación), Francés sí que aparece entre los hombres elegidos. Incluso al final de la guerra y a pesar de que no había trabajo y Orquín recibió órdenes para que una parte del kommando volviese a Mauthausen, Francés continuó en Redl-Zipf. Cuando el 5 de mayo de 1945 los norteamericanos liberan el campo de concentración se pierde el rastro del castellonense. Hasta hoy.