Hubo una época en que los estorninos tuvieron casi la condición de plaga. La concentración de miles y miles de estas pequeñas aves cada noche en núcleos urbanos generaba una doble molestia por el estruendo que pueden llegar a ocasionar y por la suciedad que dejan en forma de excrementos. El Ayuntamiento de Alzira llegó a instalar en su momento un sistema de megafonía que reproducía el graznido de aves rapaces para ahuyentar a los estorninos de la plaza Mayor y otras zonas sensibles como patios de colegios, mientras que otros ayuntamientos como el de Benifaió han recurrido en repetidas ocasiones a la pólvora con este mismo fin. El disparo secuenciado de tracas o petardos asusta a los estorninos y evita que se concentren en un punto determinado.

Los estorninos han regresado este año, por miles, al centro urbano de Alzira con la llegada del frío. Se trata de un refugio para pasar la noche, ya que la temperatura es algunos grados más cálida que en el campo, donde suelen pasar el día en busca de alimento. El vuelo sincronizado de bandadas de pájaros en torno a la plaza Mayor al atardecer era ayer todo un espectáculo. Los estorninos se agrupan en formaciones poco antes de que anochezca, cuando están a punto de entrar en el dormidero, en este caso, los frondosos árboles que hay en la misma plaza. Revolotean con sucesivos cambios de dirección hasta que finalmente se precipitan hacia su objetivo. El espectáculo dura unos minutos durante los cuales se puede contemplar la trayectoria de miles de estorninos que, por grupos, trazan diferentes trayectorias ofreciendo imágenes de lo más curiosas.

La belleza del vuelo contrasta con los inconvenientes que pueden llegar a ocasionar cuando la escena se repite día tras día en un mismo punto, ya que además del ruidoso vuelo en un momento puntual, los excrementos de miles de aves pueden llegar a convertirse en un problema sanitario.