La falta de civismo de algunos de los miembros de la sociedad ha convertido ciertos espacios naturales en verdaderas pocilgas. Vertederos improvisados en los que depositar sin piedad ni conciencia cualquier despojo, sin importar las consecuencias que pueda tener para el medio ambiente y el conjunto de la población. Los ríos son un claro ejemplo. Todo ello ha ocurrido con la connivencia de las administraciones públicas, que en la mayoría de los casos han vivido de espaldas a sus parajes y a las barbaridades que en estos se producían. De un tiempo a esta parte se ha adquirido una mayor conciencia y los ayuntamientos se vuelcan en adecentar sus zonas verdes y eliminar los desechos depositados por los más desaprensivos. Es el caso de Llombai, que recientemente ha retirado más de dos toneladas de peligroso fibrocemento que estaba esparcido por el cauce del Magro.

La pequeña localidad del Marquesat ha realizado en los últimos años varias actividades con voluntariado ecologista y ciudadano destinadas a limpiar los espacios naturales más degradados por la mano del ser humano, haciendo especial hincapié en el entorno del Magre. De allí ha retirado todo tipo de desperdicios, aunque ninguno de ellos era tóxico. «Es la primera limpieza que hacemos de este tipo», explicó el alcalde, Anselmo Cardona, que añadió a continuación: «Se habían hecho otras actuaciones en el río, pero no relacionados con la contaminación de asbestos, esos materiales no podíamos tocarlos».

Esas primeras limpiezas sirvieron para conocer la ubicación exacta de los lugares donde se habían arrojado elementos fabricados con amianto. «Marcamos la localización exacta de los desechos de asbesto y contratamos a una empresa especializada en descontaminación para que se encargara de la limpieza del río», manifestó el alcalde de Llombai. Los operarios de la empresa necesitaron dos días para retirar los más de 2.000 kilos de restos de amiantos que se depositaban en el lecho del río. El primero de ellos lo dedicaron a estudiar y analizar los puntos geográficos en los que se encontraban los elementos contaminantes para facilitar su extracción mientras que el segundo se destinó a la extracción en sí misma.

El personal de la empresa, autorizado y certificado para retirar y gestionar el amianto, necesitó de un camión con grúa para cargar el material, así como una esclusa de descontaminación y otros elementos especializados para dicha tarea. Pese a tener localizados los puntos en los que se encontraban los restos de ese mineral, «a medida que escarbaban en el terreno, encontraban todavía más», aseguró Cardona.

Para llevar a cabo dicha intervención, el ayuntamiento ha realizado una inversión de alrededor de 3.000 euros. «Descontaminamos los alrededores del río y lo dejamos casi todo impecable, pero es seguro que tendremos que realizar más limpiezas en el futuro y las continuaremos, haciendo de igual manera que colaboraremos en las que se realicen en Catadau y Alfarp. Este ayuntamiento se preocupa por el medio ambiente y por la situación del río», sentenció Cardona.