Los profesionales del vuelo tienen claro que el intento de despegar en medio del Manhattan de Cullera y junto a una red de alta tensión por parte de un lituano que pilotaba un paramotor es una acción que jamás avalarían. A los hechos se remiten, el hombre chocó contra un cable y salió, afortunadamente, relativamente ileso del accidente. Pese a que dichos aparatos se encuentran en una especie de vacío legal (existe normativa específica que regula el vuelo de los ultraligeros, pero no en el caso de los paramotores), existen unas nociones y normas básicas que el piloto lituano pasó por alto.
Según fuentes consultadas, ante la falta de un reglamento, es el propio piloto el que toma la decisión de dónde despegar. No obstante, debe tratarse de un lugar adecuado y despejado. Además, existen una serie de restricciones en el vuelo: no se puede pasar por encima de parques naturales, ni en el área de seguridad de aeropuertos o aeródromos, ni sobre aglomeraciones de población. De hecho, la única licencia que existe es la que expide la Federación de Deportes Aéreos.
En su reglamento, especifica una serie de normas y recomendaciones de cara al vuelo con paramotor: sobrevolar cualquier obstáculo (líneas eléctricas, casa, árboles...) a una altura mínima de 50 metros; no volar solo y en caso de hacerlo advertir del vuelo al club o escuela de la zona, señalando l lugar de despegue y el recorrido a efectuar; o no despegar con viento de cola. Asimismo, establece que para que un sitio sea considerado zona de vuelo debe reunir una serie de requisitos como disponer de una zona de despegue libre de obstáculos, mínimo 50 x 100 metros con una pista para carrera de despegue de 50 x 50 metros o contar con una zona de aterrizaje amplia y suficiente, sin obstáculos. Con todo, hay que insistir en que las normas federativas no son leyes, pese a que algunas de sus recomendaciones bien podrían serlo.
Asimismo, los expertos de vuelo señalan que para poder operar un paramotor se necesita haber pasado por un cursillo y disponer de una licencia federativa (doble en el caso de que sea un vehículo biplaza). Eso implicaría, a su vez, estar federado en un club, lo que comporta contar con un seguro de responsabilidad civil que se haría cargo de un posible incidente. Estos vuelos, tanto a nivel deportivo como recreativo, cuentan con una inspección de algún miembro de la federación que da su visto bueno si las condiciones son favorables (la existencia de una red de alta tensión cerca sería un impedimento) y se dispone una autorización del propietario de la zona en la que se piensa realizar el despegue.
Pese a que el accidentado contaba con licencia de piloto de Lituania, los expertos coinciden en que dicha condición no concede completa libertad para operar con todo tipo de aeronaves (ya sean paramotores o ultraligeros). De hecho, consideran que su acción es fruto de la ignorancia o de la temeridad.