La revolución en el transporte para conseguir mayor sostenibilidad llega aparejada de debates paralelos que obligan a extremar la seguridad. La bicicleta es uno de los vehículos más vulnerables en la calzada. Así lo evidencia un informe de siniestralidad elaborado por la Policía Local de Cullera que contabiliza un total de 60 accidentes con bicicletas implicadas desde el año 2010 hasta 2018.

La mayoría de los siniestros tienen carácter leve, pero se han llegado a registrar casos de heridos graves, según recogen las estadísticas del cuerpo policial cullerense.

Este número de accidentes evidencia la necesidad de tomar medidas de protección para garantizar la seguridad vial de los ciclistas así como del resto de vehículos que se ven implicados, ya que las bicis son uno de los eslabones más débiles de la cadena dada la desprotección que supone el uso de este vehículo frente a otros motorizados.

La construcción de carriles bici como vías seguras se erige en una de las soluciones más viables y seguras para tratar de reducir el número de siniestros con ciclistas, que en el año 2010 alcanzaron su pico con un total de 14 accidentes.

En ese sentido, el municipio de Cullera viene implementando diversas acciones encaminadas a ampliar el número de kilómetros disponibles de carril bici. Por una parte, se ha construido una vía ciclopeatonal en el Primer Collao mientras que en la actualidad está en desarrollo un ambicioso carril bici que vertebra el casco urbano, uniendo la estación de Renfe con la playa.

Casuística diversa

La casuística de los accidentes es muy variada. Así, se encuentran desde colisiones con turismos hasta arrollamientos por motocicletas, pasando incluso por pérdidas de control de los ciclistas invadiendo el carril contrario.

También se contabilizan agresiones por parte de conductores a ciclistas; la apertura de puertas de turismos sin precaución derribando así al ciclista; alcances y pérdidas de control por parte de los turismos o atropellos a ciclistas.

Las medidas tendentes a reducir la accidentalidad aportan otros beneficios añadidos. Por un lado se pacifica el tráfico, mejora la calidad de vida de los ciudadanos y se consigue una movilidad sostenible y más respetuosa con el entorno.

Dichas medidas proyectadas tienen otros beneficios directos sobre la circulación ya que se pueden reducir las lesiones causadas, reduciendo la posibilidad de muerte del ciclista, y se mejora la convivencia en la calzada.