La Ribera Baixa es una perfecta llanura aluvial interrumpida sólo por las sierras de Cullera junto al mar y de Corbera por su flanco meridional. Esto hace que la superficie agrícola útil alcance aquí los mayores porcentajes (73 %) con respecto a la superficie total de toda la provincia de València. Buena parte del actual suelo cultivado fue en su día ganado a los pantanos y al lago de l'Albufera mediante aterramientos con el objetivo de ampliar la producción de arroz. El arrozal sigue siendo hoy el elemento paisajístico y económico que mejor se identifica con la Ribera Baixa, aunque en sentido estricto este calificativo sólo debería ser aplicable a tres municipios, los de Sueca, Cullera y Sollana, que por sí solos suman 10.290 hectáreas de las 11.370 que hay dedicadas al arroz en toda la comarca. En los otros nueve municipios el arrozal está ya muy en inferioridad, si es que no ha desaparecido totalmente (caso de Almussafes) frente a los árboles frutales.

La agricultura de la Ribera Baixa ocupa unas 20.000 hectáreas, una décima parte menos que hace veinte años debido al crecimiento urbano e industrial (Almussafes, Cullera, Sueca..) y a la ampliación de las infraestructuras viarias (autovía y ferrocarril). A las ya citadas 11.370 sembradas de arroz, hay que añadir otras casi 7.200 de cítricos, más del doble de las que había hace cincuenta años, 444 de caquis y 135 de otros frutales (melocotoneros, granados, kiwis?) que han venido a ocupar terrenos que antes estuvieron dedicadas a hortalizas, que han visto reducir su extensión desde las casi 6.000 hectáreas de 1959 a las menos de 900 reservadas actualmente, la mayoría en los términos de Almussafes, Sollana, Cullera y sobre todo, Sueca.

El cultivo y paisaje del arroz, con sus cambios estacionales de color, su perfecto y asombroso sistema de irrigación, su alto valor histórico y su ligazón a un parque natural y cultural, es uno de los mayores patrimonios del espacio agrícola valenciano. Los campos se inundan totalmente dos veces al año, una durante el otoño, en que se convierte en estación de reposo para las aves procedentes del Norte de Europa, y otra a partir del mes de abril, cuando tiene lugar la siembra del arroz que crecerá durante los meses de estío para ser cosechado en septiembre. Su valor patrimonial es ya de por sí elevado, y aún lo es más por si vinculación con l'Albufera y su función capital en el sostenimiento de la biodiversidad.

Antes de iniciarse el proceso de mecanización, cuando todas las tareas se realizaban a mano, cada hectárea de arrozal venía a necesitar para su laboreo 50 jornales de caballería y 100 de peón, lo que daba trabajo en lo que ahora es Parque Natural a más de 15.000 jornaleros, sin contar los eventuales que venían de otros términos para la plantà del arroz. Posteriormente, con unas tareas semi-mecanizadas (años 1960) la cifra bajó a unos 50-60 jornales, pero luego han quedado reducidos a los 8 ó 10 que son necesarios actualmente, cuando todas las tareas están mecanizadas. Los jornaleros prácticamente han desaparecido, ya que para las tareas de arado, siembra, fumigación y siega se emplea a personal especializado, unas veces de empresas privadas otras de las cooperativas locales, que han acabado por asumir una serie de funciones muy beneficiosas para el propietario arrocero, pero bastante negativas para la masa trabajadora.