La gestión municipal de buena parte de los ayuntamientos daría para escribir una serie de volúmenes que, en tamaño, nada tendrían que envidiar a la bibliografía completa de Ken Follet. Durante décadas, conceptos como la transparencia eran ajenos a los políticos de turno y eso se ha traducido, años después, en situaciones que rozan el surrealismo. Una muestra de ello se da en Guadassuar donde, casi dos décadas después, José Antonio Pérez Cogollos, autor de la escultura dedicada a la paella que se sitúa en uno de los accesos a la localidad, todavía reclama los 3.000 euros en que se valoró el coste del material utilizado en la composición de la obra.

«La escultura, de 2001, me la pidió el gobierno municipal de entonces», asegura. Este vecino de Guadassuar destaca que, durante años, tuvo una excelente relación con Antonio Galbis, el afamado restaurador que cocinó la paella más grande del mundo. De hecho, la escultura rinde homenaje a la primera vez que ambos realizaron una paella de tamaño gigante.

La escultura, de acero inoxidable sobre un pie de hierro forjado, consta de dos partes. Una es un fragmento de paella (el recipiente, no el plato) recortada con un perfil que recuerda al mapa la Comunitat Valenciana. «La obra está realizada de tal manera que se da a entender su origen valenciano pero también su universalidad», defiende el artista. La otra mitad representa «una calabaza» (que hace referencia al mote que reciben los guadasuarenses), estructurada como un dodecágono, por lo que se asemeja más a una figura geométrica que al vegetal en cuestión.

La escultura se instaló en un primer momento en la zona del Ravalet, aunque posteriormente se trasladó a la rotonda de acceso a Guadassuar, frente al cementerio municipal, el espacio que ocupa en la actualiad

Por encargo

El autor destaca que la confeccionó por encargo del ayuntamiento y reconoce que la realizó en sus ratos libres con la ayuda de familiares y amigos, que colaboraron en tareas como el pulido de la escultura. No obstante, su objetivo no es cobrar el valor artístico de la obra. «Yo sólo quiero que me paguen la mano de obra y el material utilizado, que es acero inoxidable de gran calidad. La cifra rondaría los tres mil euros», asegura.

Durante años, según comenta, sólo recibió largas del exalcalde José Ribera, del Partido Popular: «Un día que me lo encontré por la calle, me acerqué a darle la factura de la escultura y se deshizo de ella. Me dijo que no me preocupara y me prometió que la cobraría, pero pasaron los años y nunca me la llegó a pagar».

José Antonio Pérez intentó nuevamente percibir la cantidad que según él le corresponde cobrar de las arcas públicas tras las elecciones municipales de 2015, que destronaron al PP del gobierno local tras veinte años de hegemonía política municipal. Sin embargo, sus encuentros con el nuevo primer edil, Salvador Montañana (Compromís), no fructificaron: «Al cambiar de alcalde fui a hablar con él, pero en pocas palabras me dijo que eso no era problema suyo, que era del anterior alcalde», relata

Montañana aclaró ayer a Levante-EMV que resulta imposible que el ayuntamiento pague lo que reclama: «Las veces que hablado conmigo no ha aportado ningún justificante ni documento que dé veracidad a su relato. Yo no puedo saber qué es lo que le pidieron ni prometieron porque no estaba allí. Si no se puede comprobar, yo no tengo autorización para emitir pago alguno», concretó el alcalde. «De hecho, de hacerlo podría incurrir en un delito de prevaricación administrativa», alertó.

Venta frustrada

Esa explicación no sirven de consuelo para José Antonio Pérez. Según manifiesta, años atrás mantuvo conversaciones con Galbis, ya fallecido, en las que el restaurador alcoyano afincado en l'Alcúdia se mostraba interesado por la escultura y por una posible reubicación en el municpio vecino. Algo que jamás se produjo.

Es más, el autor asegura que en el pasado ha tratado de sacar rendimiento a su obra, pero no le han dejado: «Una vez llegué a plantearle al alcalde que si no me la pagaban, la cogería y la vendería, hay gente que ha mostrado su interés, pero me contestó que no, que esa escultura era patrimonio del pueblo. ¿Cómo va a ser patrimonio del pueblo si ni siquiera está pagada» , se pregunta, indignado, José Antonio Pérez.