El invierno empieza a abandonar la Ribera, que cada vez disfruta de más días de calor primaveral. Con ella reverbera la naturaleza y el verde vuelve a copar el paisaje de la comarca, pero el renacido color no es lo único que la calidez trae consigo. Miles de especies de insectos empiezan a despertar de su particular hibernación para volver a poblar las tierras valencianas, algunos de ellos con más fortuna que otros. La oruga procesionaria, un insecto tóxico para los humanos y potencialmente mortal para ciertas mascotas, ha invadido el polideportivo municipal de Algemesí, y con su llegada ha provocado multitud de visitas al médico por parte de los niños, niñas y adolescentes que acuden a jugar. Numerosos testimonios aseguran que desde mediados del mes de enero el recinto aparece infestado de orugas «prácticamente todos los días».

A pesar de su aparición tan temprana, el ayuntamiento de Algemesí no recibió la primera notificación de la plaga hasta el pasado viernes, a través de la Línea verde „la aplicación móvil por la que funciona el servicio de aviso de incidencias de la localidad„. Según reconoció ayer Pere Blanco, concejal de Deportes de Algemesí, en el consistorio municipal no tenían conocimiento de que ningún vecino hubiese sufrido ningún daño causado por la procesionaria. Es más, la noticia pilló por sorpresa a los responsables, ya que la última fumigación, el pasado mes de noviembre, debería haber eliminado la posibilidad de que la oruga procesionaria apareciese esta temporada.

Con todo, según indicó Blanco a este periódico, la noticia de la proliferación de la oruga se puso «inmediatamente» en conocimiento de Vialterra Medi Ambient, la empresa encargada del cuidado y el saneamiento de los parques de Algemesí. Desde el pasado lunes, los trabajos de poda y limpia en los pinos del polideportivo municipal son constantes, a la espera de concretar la fecha para realizar una desinfección más profunda que elimine de una vez por todas la presencia de la procesionaria, al menos para esta temporada.

Sarpullidos aun sin contacto

El temido gusano que se desplaza el fila oculta su veneno en los finos pelos que pueblan todo su cuerpo, y la inhalación de los mismos puede producir desde urticarias hasta reacciones alérgicas más graves. Además, estos folículos van impregnando todo el terreno por el que transcurre la procesionaria, por lo que evitar el contacto con el insecto no descarta la posibilidad de sufrir un sarpullido. En el caso del polideportivo de Algemesí, el campo de fútbol sala es especialmente significativo en este sentido, ya que a pesar de que los asistentes se encargan de eliminar a todas las orugas que se encuentran antes de empezar a jugar, el veneno esparcido por todo el terreno les provoca de igual forma la molestia urticaria.