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El mármol rosáceo de la puerta románica de la catedral procede de l'Ènova

Un documento de 1325 revela extracciones de Buixcarró con destino a València El arqueólogo Miquel Martí también señala Barxeta como origen de la piedra

El mármol rosáceo de la puerta románica de la catedral procede de l'Ènova

Las canteras de l'Ènova abastecieron de mármol a la villa romana del patricio Publio Cornelio -localizada en 2003 durante la construcción de la plataforma del AVE y actualmente enterrada con amplias zonas todavía por excavar- aunque una explotación prolongada en el tiempo llevó el mármol que hoy se conoce como Buixcarró a otros relevantes destinos. El arqueólogo y arquitecto Miquel Ramón Martí sitúa en l'Ènova el origen del mármol de tonalidad rosácea y amarillenta utilizado para construir el zócalo de la puerta románica de la catedral de València y los marcos laterales o jambas.

La investigación que realizó Martí para su tesis, que analiza las canteras valencianas que desde época romana al siglo XVI abastecieron de piedra a València, Xàtiva o Sagunt, entre otras ciudades, localizó el documento más antiguo conocido sobre la explotación de mármol de Buixcarró, que a su juicio confirma que l'Ènova «era el foco de la explotación en época medieval» mientras que la extracción de mármol de Barxeta, donde actualmente se extrae el Buixcarró, fue posterior. Con todo, el estudio de Martí concluye que también la piedra de Barxeta, en este caso piedra arenisca, se utilizó para la construcción de la puerta románica de la catedral.

El documento localizado por el investigador está datado en 1325 -la puerta se construye en 1270- y es una comunicación dirigida por «los Jurats dela Ciutat de Valencia», la Administración local de la época, a las autoridades de Xàtiva por haber confiscado varias carretadas de piedra extraídas de l'Ènova por una compañía que estaba bajo el mando del capataz Ponç Riera. La misiva emplaza a Xàtiva a devolver la piedra requisada ya que, en base als Furs vigentes, cualquier podía extraer piedra de cualquier lugar. Miquel Martí destaca que el documento de 1325 «destila la idea» de que l'Ènova era un lugar habitual de extracción y que la ciudad de València «no quiere que se vuelvan a repetir incidentes».

Compañía de «pedrapiquers»

El experto valora como extraordinario que haya constancia de la presencia de una compañía de «pedrapiquers» trabajando en l'Ènova en el siglo XIV. «No existe un documento anterior a ese año y habrá que esperar casi 200 años para que vuelvan a aparecer referencias documentales a la explotación de mármol», una información fechada el 23 de mayo de 1515 que desgrana el envío de «diez carretadas de 'pedra mármol de Énova' para el pavimento de la Sala de la Ciudad de València -el patio del ayuntamiento del siglo XVI- con un precio de 24 'sous' carretada».

«Tenemos un lugar documentado de piedra de calidad marmórea desde el siglo I d.C. al siglo XVI y es l'Ènova. Podemos señalar en un mapa la localización de esas canteras y diferenciarlas de otros lugares de extracción en el término de l'Ènova por los restos de cerámica localizados y tamaños de bloques, incluso la hornacina romana, en resumen, no hay ningún otro lugar donde hay Buixcarró que ofrezca esta suma de datos. Sólo puede ser l'Ènova la que entregó su piedra para el zócalo sobre el que descansó toda la estructura de piedra de arenisca donde se tallaron las columnas y arquivoltas y motivos figurados y vegetales del siglo XIII», expone Martí.

Mármol blanco

El experto relata que la otra cantera conocida por el Buixcarró es la de Barxeta, si bien Martí señala que en esta localidad no se explota el mármol de color amarillo y rosáceo en ese período medieval «sino una variedad blanca, un poco más moderno geológicamente según el estudio geológico realizado por el experto de la Universidad de Zaragoza Josep Gisbert en la cantera denominada dels Bascos». No obstante, no resta mérito a Barxeta ya que su estudio concluye que son las canteras de arenisca de La Paridera de Barxeta las que ofrecieron su piedra para el resto de la puerta: las columnas e intercolumnas, las arquivoltas y los capiteles, entre otros elementos de la puerta abocinada, incluso las cabezas talladas de los llamados 'repobladores'».

El arqueólogo basa su afirmación en la presencia de unos fósiles que ha localizado tanto en Barxeta como en la puerta de la catedral. Se trata de dos tipos diferentes de erizos (Clypeaster y Schizaster), otros dos de moluscos «y una riquísima presencia de espinas de erizos de mar y de icnitas -fósil de túneles excavados por gusanos-, un conjunto al que hay que añadir un riquísimo compendio de marcas y símbolos medievales de canteros de tipo religioso y laico. Son pruebas 'forenses' que eliminan cualquier otra cantera histórica valenciana», concluye.

El investigador subraya que la información que vincula la piedra con que se construyó la puerta románica de la catedral de València a las canteras de l'Ènova y Barxeta contribuye a dar respuesta a una de las preguntas que faltaba por contestar sobre la construcción de este singular elemento arquitectónico.

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