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El cierre de más almacenes agrava el declive de la agricultura ribereña

Dos nuevas empresas vinculadas a Alginet, Guadassuar y Villanueva de Castellón cierran o suspenden pagos - Se ven afectados decenas de trabajadores con edades avanzadas

El cierre de más almacenes agrava el declive de la agricultura ribereña

La sangría no se detiene. El cierre de dos nuevos almacenes agrícolas vinculados a la comarca ribereña ha provocado una nueva pérdida de puestos de trabajo en un sector poblacional de difícil reincorporación laboral por su avanzada edad. El cierre hace algunas semanas de una empresa que comercializaba melones, coles o lechugas en Guadassuar (aunque su procedencia era alginetina) y la suspensión de pagos de otra industria asentada ahora en Canals pero que ocupaba a numerosos operarios de Villanueva de Castellón (dado que la compañía residía en la Ribera anteriormente) ha dejado sin empleo a numerosos vecinos de la comarca, remarcando la tendencia negativa que vive un sector primario que acumula noticias negativas.

La concentración laboral en el sector se está canalizando a través de las cooperativas agrícolas y las grandes empresas, mientras que los históricos y numerosos almacenes locales que se acumulaban en poblaciones como la Pobla Llarga, Carcaixent, Alzira o Algemesí han ido desapareciendo, desvirtuando en parte la esencia de la comarca ribereña, que afronta en la actualidad, además de una crisis económica y de modelo de producción, un reto identitario.

Son numerosos los almacenes que han cerrado en los últimos años en la comarca, caso de Frutas Ber y Frutas Ponche en Corbera, Hermanos Granero en Villanueva de Castellón, Frutas Crisbabe en Alberic o Frutsol en Sollana. Esta campaña se sabía que la Cooperativa Valenciana del Camp Unió Cristiana de Sueca se veía obligada a cerrar su sección de naranjas ante las cuantiosas pérdidas. Si bien es cierto que la cooperativa suecana centra la mayor parte de su actividad en el arroz (sector que la ha convertido en una de las más punteras), como muchas otras diversificó su actividad y trabajó durante décadas la rama hortofrutícola, con especial atención a los cítricos. No en balde, la naranja ha sido durante décadas el principal motor de la economía comarcal. Navelinas, Hernandinas, Clemenules o Valencias formaban parte de un amplio abanico de productos cuya comercialización se ha cerrado. «Desde esta temporada no trabajamos con naranjas», explicó en su momento el presidente de la cooperativa suecana, José Luis Mariner, a Levante-EMV.

Un cóctel mortal

El cóctel es demoledor. Los principales sindicatos calculaban ya en 2015 que los cierres de almacenes agrícolas habían provocado la pérdida de casi dos mil puestos de trabajo. Y la tendencia no ha hecho más que agravarse. La citricultura dio empleo a miles de familias en sus épocas de bonanza, hasta que hace unas décadas empezó a languidecer. «La naranja ha pasado de ser el tesoro de la Ribera a un dolor de cabeza», resume un sindicalista con indisimulada amargura. La bajada de precios que imponen los supermercados, y que parece imposible de frenar, y la condescendencia importadora de la UE han herido de muerte a esta industria y no se descarta el cierre de nuevos almacenes. Este goteo incesante de empresas ha alertado a los sindicatos, que piden medidas urgentes, como establecer precios mínimos de venta en supermercados.

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