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Campos de concentración al lado de casa

Una investigación del periodista Carlos Hernández destapa cuatro nuevos barracones falangistas en la Ribera que no se conocían hasta ahora Situados en Alberic, Carcaixent, Alzira y Villanueva de Castellón, fueron barracones temporales

El carcagentino Fernándo Suárez, en el centro, en el frente de Teruel.

Los campos de concentración y exterminio nazis, con víctimas que se cuentan por millones, han protagonizado innumerables estudios, libros y documentales desde que el fin de la Segunda Guerra Mundial destapó su secreto para el resto del mundo. Su macabra magnitud desvirtúa cualquier comparación al respecto; sin embargo, no fueron patrimonio exclusivo alemán, y muchas dictaduras recurrieron a ellos como métodos de castigo y disuasión: Argentina, Chile, la Unión Soviética... Y España, donde representa una realidad no muy conocida. los estudios sobre campos de concentración han venido de iniciativas individuales, plasmadas en extensos libros. El último, Los campos de concentración de Franco, a cargo de Carlos Hernández, ha servido para actualizar al alza el número de barracones falangistas. Un trabajo que, en el caso de la Ribera, ha aflorado cuatro nuevos campos de concentración en la comarca.

La investigación más completa hasta ahora, elaborada por el historiador de la Universidad Autónoma de Barcelona Javier Rodrigo, cifraba en 188 el número de campos de concentración franquistas por todo el territorio español, de los que solo uno de ellos se encontraba en la comarca de la Ribera. La Peaña, en Sueca, se levantaba a las afueras de la localidad en lo que hoy es la carretera hacia Valencia. El nuevo estudio de Carlos Hernández recaba nuevos datos procedentes de archivos abiertos recientemente y aumenta la cifra de campos hasta 296, un 50 % más de lo que se creía hasta ahora. Por ellos entraron entre 700.000 y un millón de españoles, que pasaban, de media, un periodo de cinco años. En términos locales, la revisión ha aflorado otros cuatro campos de concentración en la Ribera en Alberic, Alzira, Carcaixent y Villanueva de Castellón.

Según detalla Hernández, el 70 % de los 296 campos de concentración se habilitaban en construcciones ya existentes, como campos deportivos, fábricas, conventos o plazas de toros. El 30 % aproximado restante eran terrenos al aire libre, con un perímetro alambrado y barracones de madera. Sobre los cuatro nuevos campos encontrados en la Ribera la documentación es escasa, y la investigación de Hernández no ha podido precisar el lugar en el que se encontraban. Según explicó a Levante-EMV, esto se debe, principalmente, «a que probablemente no permanecieran abiertos mucho tiempo», puede que «menos de un mes». Los prisioneros, después de retenidos en alguno de los cuatro campos, eran trasladados a otros recintos más grandes, como el levantado en el monasterio de Porta-Coeli, en el Camp de Turia.

Hernández descubrió estos campos de concentración, desconocidos hasta ahora, gracias a referencias en sumarios judiciales, citas en documentos del ejército franquista y salvoconductos de prisioneros puestos en libertad provisional, el caso del campo de Alberic. De Carcaixent y Villanueva de Castellón encontró sendos listados de prisioneros procedentes de localidades cercanas, y Alzira aparecía en un documento de traslado de presos. A diferencia de en otros campos de la Comunitat, como el de Alcoi, no ha logrado encontrar testimonios escritos u orales de supervivientes, aunque según explica, tras la publicación del libro espera que «aparezcan nuevos testimonios» que ayuden a completar la historia.

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