Sorprende cómo, a pesar del alto número de barracones falangistas en la Ribera, no ha sido hasta ochenta años después de que abriesen cuando se ha hecho pública su existencia. Más allá del carácter «tabú» asociado a la transmisión oral de la represión franquista, también se apunta a un «interés» de no destapar «muchos archivos que hubiesen podido facilitar investigaciones que radiografiasen la máquina franquista», según denuncia Santi Vallés, presidente de la Asociación de Familiares de Víctimas de la Fosa 113 de Paterna.
«No hemos tenido una Transición como hubiese sido deseable, y la desinformación bebe de ello», opina Vallés. Sin que su intención sea comparar cifras de muertos „aunque, como apuntaba Hernández, «las víctimas son igualmente víctimas en cualquier sitio»„, Vallés equipara el funcionamiento de los campos de concentración franquista a los otras dictaduras en tanto que atendían a «todo un sistema de persecución» de los considerados como antagonistas políticos. «No hay que olvidar que la dictadura de Franco contó con el asesoramiento de la Alemania nazi a la hora de estructurar la represión más explícita», añade.
Recuperar testimonios
Trabajos como el de Carlos Hernández, afirma Vallés, pueden ser un gran paso de cara a corregir la desinformación al respecto de la posguerra en territorio ocupado. Sobre ello, Vallés subraya la «vital importancia» de recuperar «los testimonios orales de la gente que sufrió la persecución franquista» antes de que se pierdan definitivamente. El autor de la investigación que ha destapado, entre otros cien más, los cuatro campos de concentración en la Ribera, se entrevistó con varios presos de campos de todo el país que han fallecido en los últimos meses, durante la elaboración del libro..
