Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Iniciativa

Munición para la paz

Un otorrino alzireño funde armamento de la Guerra Civil para esculpir un monumento al pacifismo - Colaboradores de todo el país enviaron material

Herminio Pérez Garrigues junto a la «Paloma de la Paz» de su creación, en Alzira. vicnet m. pastor

La Paloma de la Paz es una escultura muy esquemática, de hierro, en la que el vacío ocupa su propio espacio. Más allá de su valor estético, sobre el que cada espectador tendrá su propia impresión, la escultura destaca por dos peculiaridades. La primera, el material manufacturado: fragmentos de proyectiles de la Guerra Civil Española, procedentes de la práctica totalidad de frentes abiertos por la geografía peninsular. La segunda peculiaridad reside en su autor, Herminio Pérez Garrigues. Si su nombre suena al lector, no será por haberle visto en alguna conocida galería de arte, sino por haber acudido a su consulta de otorrinolaringología. «No soy escultor profesional, soy médico. Para mí esto es una distracción, ocurrencias que a veces plasmo en alguna escultura», afirma Pérez con humildad, aunque en esta ocasión su obra es mucho más que una ocurrencia.

Nació como tal, en cualquier caso. Herminio, que ya llevaba varios años esculpiendo pequeñas figuras como afición, dio por una casualidad con una serie de fragmentos de metralla de bombas de la Guerra Civil. Entonces le surgió la idea de crear una paloma de la paz con ellos, idea que le transmitió a sus amigos Vicent Llobell «Sento», historietista, y Elena Uriel, artista gráfica. Necesitaba mucho más material, en cualquier caso. «Me dijeron que si conseguía contactar con Jaume Cinca era probable que lo consiguiese». Así que cogió el coche y se plantó en su casa. Cinca le proporcionó más fragmentos de metralla y le puso en contacto con otros coleccionistas de todo el país, que poco a poco le fueron enviando su material. Tras dos años, contaba con alrededor de cuatrocientos fragmentos procedentes de Asturias, Guadalajara, Zaragoza? «Al menos una parte importante de las principales líneas del frente».

Fue entonces cuando se puso manos a la obra, en el taller de Torrent del escultor Vicente Ortiz. Consideraba «innegociable» respetar la morfología original de cada fragmento, lo que complicó un tanto más la selección y soldadura de cada pieza. «Las piezas procedían de Alemania, Italia, la URSS, de fábricas nacionales, republicanas? Cada una tenía unas características distintas, y eso dificultaba el trabajo», explicaba Herminio, que al final trabajó sobre poco más de 100 de las 400 piezas que reunió. No hay que olvidar, además, que el autor de la Paloma de la Paz es un escultor novel, que tuvo que «aprender sobre la marcha» según avanzaba en los trabajos y solventaba las dificultades que surgían. «Creo que no sería capaz de hacer otra cosa parecida. Ha sido una ocurrencia que por casualidad ha salido muy bien» subrayó nuevamente Herminio.

Mitigar la violencia

Mediante la escultura „que su autor define como una «obra grupal» por la gran cantidad de personas implicadas„, Herminio buscaba «mitigar el mal que pudiesen provocar» los fragmentos de metralla con los que trabajó, separarlos mediante el arte de la violencia implícita en su naturaleza. «Puede que el arte y la cultura lo hagan posible... Algún día», escribía Román de la Calle sobre un futuro sin violencia, inspirado por la obra de Herminio. El pequeño empujón de unas manos humildes.

Compartir el artículo

stats