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Cien años de lucha obrera

La Unió de Sollana nació hace un siglo, vinculada a la CNT, con el objetivo de conseguir mejoras en las condiciones laborales de los agricultores Fue clave en las negociaciones con la patronal arrocera

Cien años de lucha obrera

El nacimiento de la Unió Obrera se enmarca dentro de varios movimientos anarcosindicalistas de la época. A inicios de 1919 la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) realizó varios mítines en localidades de la comarca, como Alginet, Carlet o Sueca con el objetivo de movilizar al proletariado agrícola, poco organizado hasta el momento. En ese contexto, en mayo surgió la Unió Obrera de Sollana de la mano de Ramón Félix Balaguer, su fundador y primer presidente.

Apenas acababa de surgir cuando ya tuvo que hacer frente a su primer conflicto de lucha de clases, relacionado con la plantación del arroz. La premisa lanzada por parte de los sindicatos era clara: No ir a trabajar hasta que las mejoras de los salarios afectaran a todos los obreros agrícolas de los pueblos arroceros. Según apunta Benaches, el gobernador civil no dudó a la hora de desprestigiar el movimiento obrero. «Trátese de unos cuantos anarquistas perturbadores que quieren llevar a los obreros del campo a la desesperación y a la miseria», comentó a la prensa de la época. Con todo, se obtuvieron las mejoras reivindicadas por los trabajadores.

Un año más tarde daba síntomas de su consolidación al superar los setecientos afiliados, pese

a que carecía de sede o casino (utilizaba la casa del presidente, ubicada en el número 23 de la calle Buenos Aires, para dicha finalidad). Nuevamente, su papel sería indispensable en las negociaciones de las bases de trabajo de los agricultores arroceros. Se convocó, incluso, una huelga el día 11 de mayo. Tres días después el conflicto se daba por solicionado. Situaciones similares se vivirían en los siguientes años, jugando un papel indispensable en las negociaciones entre patronal y trabajadores.

«Brazos caídos»

En 1921, con Antonio Alegre como presidente, la Unió Obrera jugaría un papel indispensable en la resolución de un nuevo conflicto relacionado con la siega del arroz. El 31 de agosto declaró un nuevo parón, que fue bautizado por la prensa como «huelga de brazos caídos». Los sindicalistes reclamaban un sueldo diario de 15 pesetas, mientras que los patronos se negaban a aumentar de 10,5. El autor asegura que se desonocen los acuerdos alcanzados, pero la huelga se dio por concluida el 3 de septiembre, tras extenderse a Cullera y Sueca.

La importancia de la Unió Obrera llevó a Sollana a Salvador Seguí, conocido como «el noi del sucre». En su viaje a la Ribera, el reconocido líder anarcosindicalista participó en un multitudinario mitin que reclamaba la unión de los trabajadores. Un año después, su fallecimiento se tradujo en una huelga general de un día y un acto en su memoria en la comarca.

Dictadura

Tras un periodo de gran efervescencia, llegó uno de los más complejos para la Unió: la dictadura de Primo de Rivera. De aquella época, según reconoce Benaches, existe muy poca documentación relacionada por el sindicato. Si bien es cierto que muchos archivos sucumbieron a las llamas durante el asalta al archivo del ayuntamiento durante la insurrección anarquista de enero de 1932, la dictadura no fue el mejor escenario para el sindicalismo, especialmente para el de ideología anarquista. La CNT fue desmantelada y la Unió Obrera de Sollana permaneció en estado latente, manteniendo sus ideas en clandestinidad. Existen, no obstante, varias pruebas de su actividad durante la época, bien sea a través nuevos ingresos, de la participación en colectas o, por ejemplo, a través de un telegrama de condolencia por la muerte, en 1928, de Vicente Blasco Ibáñez. La misiva fue publicada en el diario El Pueblo.

Dos años más tarde se reorganizó el sindicato. Durante el primer semestre de 1930 surgió, además, la Joventut Republicana Autonomista, que contó entre sus fundadores con miembros del sindicato sollanero. Se realizaron varias colectas y tuvo lugar, también, la única asamblea general documentada, celebrada el 28 de septiembre. En ella se trataron tanto problemas laborales como de regeneración del sindicato, que volvía a estar presidido por Ramón Félix.

En 1931 la Unió Obrera de Sollana desaparecería como tal. En aquel año perdió su nomenclatura y la cambió por la de Sindicat d'Oficis Varis, «que volvió a tener la fuerza negociadora de los primeros años», sentencia el autor.

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