La Pascua ha vuelto y con ella, como es tradición en la Ribera —y también mucho más allá de las fronteras de la comarca—, las meriendas protagonizadas por la mona, un producto tan arraigado en la cultura valenciana que incluso cuenta con su propio verbo, «regolar». Y de hacer monas de Pascua en ningún sitio saben como en Alberic, proclamada la cuna del panquemado por méritos propios. Desde principios de abril, los hornos de la localidad se afanan en producir las decenas de miles de monas que pequeños, jóvenes y mayores consumirán como merienda en estos días de Pascua y Semana Santa, requisito imprescindible para que la experiencia sea completa.

Se trata de un producto que se vende todo el año, pero con un pico descomunal, como es normal, en estas fechas. Hace dos o tres semanas ya llegaban los primeros clientes, de localidades de la otra punta de la geografía valenciana, en busca de sus panquemados. En estos últimos días la locura pascuera habitual se ha instalado definitivamente, con jornadas maratonianas de producción y venta prácticamente sin descanso. El particular agosto de los hornos de Alberic se concentra en esta Semana Santa, en la que los días sagrados son para ellos la época de más trabajo del año. Cada uno de ellos puede llegar a elaborar hasta 3.000 monas en una jornada, en función del número de manos disponibles.

Las jornadas laborales empiezan por la noche y acaban en la tarde del día siguiente, con el cierre del escaparate. La rutina es siempre la misma, con el amasado de las materias primas y su trata artesanal hasta crear la mona y meterla en el horno, ya con el característico «caramull» como guinda. Al mismo tiempo que las monas se elabora todo un surtido de productos diferentes: cocas «d’anous i panses», cocas de cabello de ángel, rollos, los cocodrilos para los más pequeños... Un añadido a la compra obligatoria del panquemado, para completar la merienda pascuera.

Recorrido gastronómico

El ayuntamiento de Alberic oficializó hace unos años la Ruta del Panquemado, un circuito urbano que recorre las calles de la localidad en busca de los nueve hornos especializados en la creación del producto en cuestión.