El paseo de la novia junto a su padre mientras los invitados observan desde sus bancos; la mirada impaciente del novio, que espera junto al cura; los votos; el «sí, quiero»; el «puede usted besar a la novia». Las campanas, la salida de la iglesia, el arroz volando sobre la nueva pareja. Aunque cada una es distinta en mil detalles, todas las bodas católicas cuentan con imágenes comunes, que todos conocen. Unos más y otros menos, pero todo hijo de vecino ha acudido a alguna en su vida, y habrá visto recrear muchas más en películas y series. No obstante, todas estas imágenes podrían quedar tan solo en el recuerdo en el futuro. Las estadísticas apuntan a un descenso drástico en el número de matrimonios oficiados por la iglesia católica, que pierden terreno frente a las nupcias civiles tanto a nivel general como en el contexto de la comarca. La tendencia en los últimos diez años en la Ribera así lo muestra: En 2007, el porcentaje de ceremonias religiosas aún era del 55,8 %, según los datos del Institut Valencià d'Estadística, pero dicha opción ha seguido una clara tendencia a la baja en los últimos años: un lustro después, el peso porcentual de este tipo de enlaces era del 34,4 %; y en 2017, el último año recogido de forma completa en las estadísticas, volvió a descender hasta el 18,9 %. En cifras absolutas, la comarca pasó de celebrar 863 matrimonios católicos en 2007 a un total de 207 diez años después. 656 menos.
La unión civil se impone
Casi sin bodas de otras religiones
Las mismas estadísticas del instituto oficial valenciano IVE reflejan que las nupcias celebradas según los ritos de otras religiones distintas de la católica sigue siendo prácticamente residual. En 2017, tan solo 3 de los 1095 matrimonios que se oficiaron en la comarca de la Ribera fueron de este tipo, apenas un 0,3 %. En 2007 fueron 6, un 0,4 % de los 1546 totales, mientras que en 2012 la cifra fue de 8, un 0,8 % de los 1055 matrimonios que se oficiaron ese año.
