Los últimos episodios de fuertes lluvias registrados en Alzira han dejado claro que, más allá del Xúquer si las precipitaciones no afectan también a la cabecera y afluentes del río, la amenaza procede de los barrancos. Unos, como el de la Murta, carecen de una desembocadura definida, lo que se traduce en repetidos desbordamientos a la altura de la carretera de Albalat. Otros, desembocan directamente en el alcantarillado municipal, que llegan a colapsar por momentos. Es el caso del cada vez más temido Barranc Fosc, uno de los causantes de la inundación del pasado mes de noviembre, que el domingo volvió a generar problemas en el casco urbano. Su trazado, tras cruzar el Camí de Pescadors, va en busca del colector y a él se atribuyen las grandes acumulaciones de agua registradas en la avenida Josefina Piera (antes Vicente Vidal) y en torno al parque de l'Alquenència. El pequeño cauce de apenas un par de metros de anchura no se ha visto alterado, aunque sí su entorno, ya que en la cuenca de este torrente han proliferado las urbanizaciones.

El concejal de Gestión Urbanística, Fernando Pascual, recordó ayer que a principios de los años noventa, después de las inundaciones registradas en 1987, se construyó un colector que cruza Alzira por este sector -desde la rotonda de los «pubs» al polideportivo de Tulell- al que desemboca este barranco. «Entonces no existía El Racó, ni Santa María de Bonaire, ni se había desarrollado El Respirall por esta vertiente como ahora ni el sector Hort de Galvañón», detalló el edil, mientras señalaba que estos desarrollos urbanos han contribuido a que el barranco reciba unas escorrentías que antes no le llegaban y que aumentan su peligrosidad.

Tanto el alcalde de Alzira, Diego Gómez, como Fernando Pascual señalaron ayer que la segunda fase del canal de Les Basses, diseñada para interceptar el agua que baja por los barrancos de esta cuenca -Les Estreles, el Barranc Fosc, el de Gracia María y el Barranc de l'Arena- y conducirla por la infraestructura ya ejecutada hacia el barranco de la Casella resulta necesaria para mejorar la seguridad. A la espera de esta obra, el edil de Gestión Urbanística comentó ayer que se están estudiando soluciones que permitan paliar los efectos de estas barrancadas ya que, según señaló, «el Barranc Fosc no puede desembocar en la red».

Por otra parte, el barranco de la Casella representa otro de los puntos conflictivos ya que, en caso de crecida, condiciona el sistema de desagüe general al bloquear tanto la salida del colector municipal -el ayuntamiento tiene que cerrar las compuertas para evitar que el caudal que lleva entre en la red y acabe inundando Les Basses- como el propio canal actualmente en construcción. Tanto Pascual como el propio alcalde reivindicaron ayer una canalización del barranco de la Casella hasta la desembocadura para mejorar la capacidad de drenaje. «En diciembre ya se lo pedimos al presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar y vamos a volver a insistir, es necesario canalizar y ampliar el barranco de la Casella hasta el Xúquer», incidió el edil, mientras apuntaba que en el tramo que circula junto al centro comercial ya se acometió esta ampliación, que también requerirá de dotar de mayor capacidad de evacuación al Pont de Xàtiva.

Por otra parte, apuntó que se está valorando la posibilidad de instalar bombas en este punto que dirijan el caudal del barranco al otro lado del puente con el objetivo de evitar crecidas que obliguen a cerrar las compuertas, ya que esta medida condiciona la evacuación de aguas pluviales en Les Basses. La red de colectores de Alzira está comunicada para que, cuando esto sucede, el agua pueda tener salida por el extremo opuesto: Tulell.