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Análisis

El reto de frenar la fuga de votos

La proliferación de candidaturas de centro-derecha amenaza con mermar el apoyo popular al PP

El reto de frenar la fuga de votos

La gaviota que a principios de la década se enseñoreaba por toda la Ribera se estrelló contra las urnas en mayo de 2015. Un Partido Popular hasta entonces hegemónico -había tocado techo en 2011 al conseguir 24 alcaldías en la comarca- se veía desplazado a los bancos de la oposición por la izquierda y únicamente lograba retener cinco pequeños ayuntamientos, localidades en las que había alcanzado la mayoría absoluta -Benimodo, Gavarda, Tous, Sellent y Massalavés-, a las que durante el mandato se han sumado Montroi y Sollana, en ambos casos, tras una segunda sesión de investidura por el fallecimiento del alcalde titular.

Cuatro años después, el PP afronta unas nuevas elecciones municipales con el reto de recuperar el terreno perdido -cierto es que en algunas ciudades como Alzira y Algemesí fue la fuerza más votada, pero no pudo gobernar- aunque en un escenario si cabe más complejo por la fragmentación del voto de la derecha y el crecimiento de un rival directo: Ciudadanos.

La travesía en la oposición que se inició en 2015 también ha propiciado un proceso de renovación y muchas serán las caras nuevas con las que el PP concurre a las municipales. De hecho, más de la mitad de los candidatos debutan como cabeza de lista y, entre ellos, José Andrés Hernández en Alzira, José Javier Sanchis en Algemesí o Juan José Grau en Cullera, por citar algunas de las ciudades más importantes.

Queda atrás una generación de políticos que han sido la referencia del partido en la comarca en los últimos años -el todavía diputado provincial Rafael Soler, que no repite en las listas; Elena Bastidas en Alzira o Vicent R. Garcia Mont en Algemesí, entre otros- mientras emerge una nueva en la que, a la espera de constituir una nueva dirección comarcal -al menos en el caso de la Ribera Alta donde opera una gestora desde la renuncia de Soler-, han ganado peso orgánico el alcalde de Gavarda, Vicent Mompó, y el propio José Andrés Hernández.

Con todo, las recientes elecciones generales y autonómicas evidencian que los populares no han logrado cerrar la hemorragia de votos al perder en el conjunto de la Ribera 26.892 sufragios con respecto de la anterior convocatoria estatal -sólo en la Ribera Alta el recuento computó el 28A 20.000 votos menos que en 2016- y 15.076 si se comparan las autonómicas de abril con las de 2015. El PP tampoco gobernará la Generalitat en esta legislatura y la marca no cuenta con un viento de cola que permita augurar un cambio de tendencia sustancial en la nueva cita con las urnas. El tirón de los candidatos en sus respectivos municipios entra en juego más que nunca si se quiere conseguir un buen resultado.

No obstante, la proliferación de listas en el espectro de la derecha endurece la competencia por el voto y en el caso de las dos principales ciudades en las que una coalición de izquierdas cerró la puerta del gobierno a los populares -un tripartito Compromís-PSPV-EU en el caso de Alzira y un gobierno de PSOE y EU en Algemesí- esta disputa será especialmente intensa ya que muchos son los competidores que van a pescar en el caladero popular. Por un lado, se trata de los dos únicos municipios de la Ribera donde Vox ha presentado lista. En el caso de Algemesí, además, irrumpe por primera vez Ciudadanos. Hernández, por su parte, ya contaba en Alzira con la competencia de la formación naranja, que en las generales se quedó a 63 votos del PP, si bien la oferta para el electorado conservador es incluso mayor con la presencia de Som Valencians y la Falange. Tanto Ciudadanos como Som Valencians presentan como candidatos a exconcejales del PP.

Esa amplia oferta electoral augura una dispersión del voto aunque puede tener una vertiente positiva el día después, cuando definidos ya los dos bloques en los diferentes ayuntamientos, izquierda y derecha, haya que buscar apoyos para conformar gobierno, ya que salvo en aquellos municipios donde únicamente concurren dos partidos a las elecciones,presumiblemente ninguna fuerza dispondrá por sí sola de una mayoría suficiente.

Un resultado más pobre que el de 2015 puede, sin embargo, servir para gobernar.

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