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Mengua la vocación política

Los partidos encuentran serios problemas para cerrar las listas electorales por el rechazo que generan Unos declinan las propuestas y otros exigen posiciones que no impliquen obligaciones futuras

España vive hoy unos nuevos comicios electorales en los municipios. europa press

El proceso de concentración urbana, sumada a la crisis económica que ha provocado el regreso de muchos migrantes de vuelta a sus países, ha provocado que muchas localidades pierdan población a pasos agigantados. Los clubes de deportes colectivos encuentran cada vez más problemas para empezar la temporada por la falta de efectivos, los colegios ven reducirse sus clases y concentrarse a su alumnado de diferente edad en una misma aula y los partidos (y ya enfocamos el objetivo) registran cada vez más problemas para configurar una lista electoral.

Pero si importante es el número de vecinos, igual de relevante es la consideración que en los últimos años se ha difundido sobre la política, observada, de forma injusta, sobre todo a nivel local, como un espacio de interesados que buscan vincularse a las instituciones públicas para enriquecerse.

Ni mucho menos es el carácter definitorio en los municipios, donde se trabaja a destajo por el bien común, a menudo a cambio de nada, incluso de desencanto por las críticas constantes. Esa consideración ha alejado a muchos vecinos y vecinas de la gestión pública y cada vez son más los partidos que las pasan canutas para configurar las listas.

La complicación en la confección de las listas han llevado, sobre todo al Partido Popular y al PSPV-PSOE ha echar manos de cuneros, los representantes de otras localidades que acaban formando parte de listas en municipios en los que no se ha podido convencer a nadie para que encabece o forme parte de la lista. Sólo así se ha conseguido estar presente, por ejemplo en el caso del PP, en la totalidad de los municipios ribereños.

Es extraño el candidato a alcalde o encargado de la configuración de las listas que no confirme, sea el pueblo o ciudad que sea, que no ha encontrado problemas para poder configurar las listas. De hecho, en algunos municipios, partidos de talla progresista no han podido cumplir con la ley cremallera que asegura la paridad en sus listas y sólo cuentan con una mujer entre más de diez hombres. Meses de trabajo y decenas de llamadas no fueron suficientes para «fichar» a más féminas. Y es que el trabajo de configuración de las listas empieza muy optimista pero después (sobre todo en los últimos años) se acaba reduciendo a una aceptación de las circunstancias.

Se intenta incorporar a referentes sociales y se acumula un «no» tras otro. Algunos candidatos, directamente, optan por llamar a gente para recibir la negativa como respuesta para inhabilitar así a ese vecino o vecina y desbaratar su posible incorporación a otra candidatura rival. En política no está, ni mucho menos, todo dicho y los nuevos retos (por ejemplo ligados a la digitalización) ofrecen nuevas posibilidades de captación, pero ninguna alternativa es fácil.

«La política local es transversal»

La situación se agrava en los pueblos pequeños, donde algunas listas parecen, más bien, un árbol de familia. Algunos evitan presentarse en lista por no vincularse con las siglas políticas, mientras otros optan por aceptar entrar en alguna candidatura pero sólo si se le relega a los puestos que no les exigirán obligaciones municipales en el futuro. En dichas poblaciones, a menudo, sólo cobra el alcalde o alcaldesa (en algunos casos, ni eso) y los concejales reciben escasos euros por su participación en plenos que tienen lugar cada tres meses.

«La gente no quiere implicarse y en ocasiones cuesta mucho configurar las listas. Hay vecinos y vecinas muy capacitadas para trabajar por sus pueblos pero en unas ocasiones por falta de tiempo y en otras por evitar críticas, no dan el paso. La política en los pueblos es transversal. Se debe de pensar sólo en el pueblo para garantizar su futuro», argumenta un alcalde y candidato que este periódico ha decidido mantener en el anonimato para evitarle el reproche de sus contactos.

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