«Todas las noches van a saco, es una aberración el daño que están haciendo estos bichos, es la hecatombe». Enrique Sanchis busca con énfasis un término que refleje los destrozos que le han causado los jabalíes en un pequeño campo ubicado en la partida del Pla de la Murta de Alzira tras cuatro noches consecutivas de incursiones. «Han dejado todo el campo tractorado, incluso arrancaron un árbol que había plantado hace dos años. Esta vez se han pasado un poco, han dejado el campo como si fuera a arrancar todos los árboles», lamenta este agricultor alcireño, que desistió el primer día de reparar los agujeros que encontró en la parcela ante la perspectiva de que esta fauna salvaje regresara. No se equivocó.

Había regado «a manta» un par de día antes y los jabalíes encontraron en su campo y otros limítrofes un terreno abonado para escarbar en busca de alimento. «Con barro no entran», relata Sanchis, mientras detalla que una manada formada por una docena de jabalíes que ha llegado a ver, ha visitado cada noche su parcela mientras la tierra conservaba la humedad.

«Los oigo cuando llegan, causan un escándalo enorme, son como tractores», relata ante las raíces de un naranjo completamente descubiertas, mientras lamenta que estos daños «van a atrasar el desarrollo de los naranjos». A su juicio, sólo hay dos soluciones para frenar esta nueva lacra que sufre el campo: incentivar a los cazadores para que contribuyan a controlar la población de jabalíes o, una alternativa más onerosa para el agricultor y que se verá arrastrado a aplicar, vallar todo el perímetro de la parcela, un nuevo gasto pese a la nula rentabilidad de la naranja. «A un euro el cajón de valencias», sentencia.

El campo de Sanchis forma parte de una especie de «autopista» que siguen los jabalíes cuando bajan de las montañas en busca de alimento, a juzgar por las huellas de garras marcadas en una pared que remontan para seguir su ruta. El campo se cuentra justo al lado del barranco de la Murta, si bien el propietario relata que los jabalíes bajan por el Barranc de la Rabosa, una tramo de carretera asfaltado en la parte final, y después cruzan por los campos. Allí donde se detienen, dejan su impronta.

Dos perros heridos en una refriega

Sanchis, propietario de varias parcelas en esta partida del término de Alzira, ya ha sufrido con anterioridad el paso de los jabalíes. De hecho, hace justo un año, según relata, sus dos perros se escaparon al detectar la presencia de una manada de cerdos salvajes al otro lado de la valla de su vivienda y resultaron gravemente heridos en una refriega con los jabalíes.

Este agricultor asegura haber probado diferentes fórmulas para evitar la entrada de los jabalíes y, a la espera de sopesar la decisión de vallar de la parcela, busca en las peluquerías cabello humano para esparcirlo por el campo con el objetivo de que, al detectar su olor, los jabalíes no entren. «Quiero tirarlo antes del próximo riego para evitar otro desastre en el campo», comenta, mientras lamenta la pasividad de las Administraciones para atajar un problema que afecta a los agicultores. «Las autoridades no toman medidas para controlar esta plaga que está causando daños», protesta.

Enrique Sanchis no duda en señalar que, en base al estado en que han dejado su campo, «hay más jabalíes que nunca».