Juan Costa dejó la escuela tras acabar la Primaria con catorce años a mediados del siglo pasado. Era una época de penurias y su familia necesitaba manos para trabajar en el campo. Entonces residía en Cullera. Tras una larga vida laboral en la que trabajó en diversos sectores hasta conseguir estabilidad en la firma alcireña Espejos Sanchis, se jubiló y se vio con demasiado tiempo libre que no sabía en qué emplear. Este alcireño de adopción se acercó siguiendo el consejo de una vecina a la Escuela Permanente de Adultos (EPA) cuando todavía estaba en la calle Ronda de Algemesí, enfrente de los juzgados, y con dedicación y constancia, superando también momentos de dudas, el viernes recogió los frutos al graduarse a sus casi 75 años en Secundaria.

No es el alumno más veterano de la EPA Enric Valor de Alzira, hay otros que le superan en edad en niveles más básicos, pero lo realmente extraordinario es que Juan Costa Martí haya llegado al final del ciclo. Sí era con diferencia el más mayor de su clase -estima que el siguiente podría tener 46 frente a sus 74 años- y, a diferencia de otros alumnos que buscan el título para que les facilite un empleo o en busca de una mejora laboral, en su caso se ha sacado el título «por gusto». «Para trabajar no he necesitado estudios, a lo mejor, si tuviera 10 o 15 años menos, me planteaba ir a la universidad», reflexiona en voz alta, mientras se muestra satisfecho del logro conseguido: «He cumplido el objetivo y estoy contento».

Este alumno se acercó a la EPA hace aproximadamente nueve años. Regresaba a las aulas para estudiar 52 después después de haber dejado la escuela. «Me había jubilado y necesitaba distraerme, notaba que tenía demasiado tiempo y no me gustaba estar tantas horas encerrado en casa», recuerda. El consejo de una vecina le condujo a este centro educativo, donde comenzó en el grupo de neolectores. Varios profesores le animaron a seguir estudiando y pasó al nivel de Base, en el que se prepara a los alumnos para la Educación Secundaria de Adultos.

Momentos de duda

«Estuve dos años, pero después de tenerlo casi completo me volví atrás porque hay momentos en los que no quieres verte tan obligado», explica, aunque finalmente completó el ciclo y pasó al siguiente, los denominados GES 1 y GES 2 de Secundaria, este último equivalente a un cuarto de ESO. En este ínterin, una intervención quirúrgica también le hizo perder un par de años, hasta que finalmente se reenganchó.

«Me ha costado, pero lo he aprobado», explica Juan Costa, mientras señala que el último curso lo acabó partiendo en dos años, ya que reconoce que le resultaba difícil asimilar algunas materias. «Las matemáticas este año me han costado mucho, pero me gustan, también la tecnología y la historia, en general, me gusta aprender», comenta.

Su jornada en el día a día es equiparable a la de cualquier estudiante. «Cuando llegaba a casa de la EPA repasaba la lección y, por la noche, después de cenar, estaba hasta que me acostaba y, si hacía falta, por la mañana me levantaba una o dos horas antes para estudiar», relata. «Es verdad que los fines de semana te juntas con los amigos y lo dejas un poco, pero entre semana recuperas», agrega, al tiempo que reconoce que su mujer le ha preguntado en alguna ocasión si valía la pena el esfuerzo, mientras que su hija siempre le ha animado a estudiar.