El tráfico es indomable en Alzira pero ayer se volvió insufrible. Al menos para los conductores que trataban de incorporarse a la ciudad por la carretera de Corbera (imprescindible para llegar nada menos que al hospital) y por la de Albalat, sometida históricamente a los atacos que provoca la pujanza del polígono industrial y la cada vez más extensa área comercial implantada en la zona. El cierre de varios viales para acometer las obras de abastecimiento de agua potable a la Urbanización Sant Bernat convirtió este sector en un auténtico infierno a lo largo de casi toda la mañana. El panorama se agravó al coincidir ese conflicto con la ralentización circulatoria provocada en el otro gran acceso a la ciudad, el que da entrada por la Avenida de la Hispanidad, por las obras de mantenimiento que se estaban efectuando en la variante, a la altura del Pont de Xàtiva.

Una solución que nunca llega

Llegar a Alzira por las carreteras de Corbera y Albalat se convertía ayer en una odisea. El tapón organizado en las dos rodondas situadas junto al centro comercial era de órdago. Se trata de un punto negro del tráfico urbano que sigue sin resolverse. Poco ha importando que se trate de una de las vías de salida del hospital, punto de destino y partida de miles de vehículos al día. La solución sigue retrasándose. A la grave situación financiera de la Generalitat, que limita la inversión pública del Consell hasta límites inimaginables hasta hace unos años, se añade la complejidad de los flujos de tráfico que acumula la zona y el coste de la intervención, que debería incluir el prometido nuevo puente sobre el Xúquer, pensado para desatascar esa área y dotar a la ciudad de una nueva entrada por el Norte.

El crecimiento de los polígonos industriales que han florecido entre la carretera de Albalat y la de Corbera ha convertido la rotonda de la escultura de los brotes vegetales en un embudo. Circular por la zona es un martirio en las horas punta. El ayuntamiento ha impulsado la construcción de un carril-bici para tratar de aligerar el tráfico con la apuesta por los vehículos de dos ruedas, pero si el Ministerio de Fomento consiente finalmente un acceso directo a la autopista AP-7 por esa misma vía, las retenciones, lejos de acabar, pueden ser mayúsculas.

Los conductores que buscan vías de escape para evitar la rotonda de la carretera de Albalat, han incrementado de manera notable el tráfico en vías que hasta ahora se consideraban rurales. Uno de los casos más ignificativos es el del cruce de la Carretera de Corbera con el camino que conduce al cementerio, un recorrido sinuoso, estrecho y sin apenas visibilidad que cruza el barranco de la Murta y que muere en la mini-rotonda del Camí de la Pedrera. Una solución arriesgada a falta de la necesaria circunvalación.