La Falla Sant Antoni de la Mar celebra su 75 aniversario. Ya han pasado 75 años desde que en 1944 naciera la comisión de la mano de marineros y gente del barrio más cercano a la playa de Cullera. La primera falla de la que se tiene constancia es del año 1945, momento en el que la comisión nacida el ejercicio anterior creaba un primer monumento en la calle. La falla plantaba una grúa, a imagen y semejanza que la que realizaba trabajos de drenaje en el llamado puerto de Sicània.

Eran malos tiempos y no se podía plantar falla cada ejercicio anual. Dos años después, la comisión plantaba un monumento con cuatro bolas que simbolizaban las cuatro partes del mundo, pero un fuerte vendaval durante un día de fallas arrancó las bolas, según algunos testigos aparecieron en la «Penyeta del Moro», una exageración muy arraigada en la localidad de la Ribera Baixa que viene a significar que estaban lejos, muy lejos.

Después de este año, la comisión no consiguió plantar un nuevo monumento hasta el año 1962. En aquella fecha, la Falla Sant Antoni inició un periodo en que la comisión ya plantaba de forma regular. La iniciativa de instalar construcciones josefinas en Sant Antoni y proseguir la impronta de la comisión surgida en este barrio en 1945 fue posible gracias a un grupo de falleros, presididos por Juan Llopis Fenollar, «El Pajarillo». Ese año se plantó un monumento rematado por una tienda de campaña que hacía referencia a las instalaciones del camping de Santa Marta, siguiendo con las críticas constructivas hacia todo lo que tenía que ver con el turismo y la zona de la playa.

La barriada de Sant Antoni se transformaba al ritmo de la sociedad, todos querían «casarse» con este barrio, sus playas y su potencial, aún por despertar. Ese fue el argumento que utilizó un joven artista de Cullera para realizar su segundo monumento para la comisión de la Falla Sant Antoni. José Luis Sapiña, «Rosquilla», remataba la falla de aquel año con una novia vestida de blanco y con un ramo a la mano. Simbolizó la importante compra de campos y casas que en aquel momento se hacía en la zona. Todos querían estar ligados a un barrio que pronto atraería el turismo y cambiaría radicalmente la economía de este pueblo costero.

Una novia emblemática

Aquel remate de falla se convirtió, con el paso de los años, en historia viva de la Falla Sant Antoni de la Mar. Y de Cullera. La comisión fue una de las primeras a dotarse de un escudo que la identificara. El autor fue el propio José Luis Sapiña. Éste contó con la colaboración de los propios falleros, que aportaron ideas para su diseño. No faltó aquella novia, que encabeza el emblema de la comisión incluso en la actualidad. El año siguiente volvería a plantar con el mismo artista, esta vez la falla estaba rematada por una dama de época. Los dos años siguiente a 1964, la falla no plantó y retomaría la actividad en 1967, ya casi de forma ininterrumpida hasta hoy. Únicamente en 1969 no se plantaría falla por motivos varios.

En sus 75 años de historia, esta comisión ha representado el reto, la esencia, el deseo y el sentimiento de toda una familia fallera y, por encima de todo, de uno de los barrios más emblemáticos de Cullera.