José Pepiol Menchón, con una enfermedad pulmonar obstructiva crónica y una infección en la próstata, necesita acudir regularmente al médico. Sea para examinarse en chequeos rutinarios o por afrontar las crisis que sus enfermedades y los 82 veranos que ha visto pasar conllevan. En su agenda son habituales las visitas a la consulta. Pero en la última semana se le ha complicado esa rutina. Una avería en el ascensor del bloque de viviendas en el que vive en Alzira le ha mantenido en casa desde el lunes de la semana pasada. En su estado actual, con una enfermedad pulmonar y una sonda en la vejiga, le resulta imposible bajar los cinco pisos y meterse en el coche de su hija para ir al médico. El bloqueo del ascensor, provocado por el mal estado que presenta debido al mal uso del mismo, supone para él una barrera que le imposibilita acceder a las atenciones que precisa.

Según Esther, su hija, el ascensor quedó bloqueado el lunes de la semana pasada. Desde entonces, hasta en tres ocasiones a lo largo de la última semana, sanitarios del Hospital de la Ribera le han tenido que bajar «a peso» hasta la ambulancia y llevarle así al centro sanitario, en situaciones de urgencia. En las visitas rutinarias que igualmente necesita no hay ambulancia que valga, y la sensación de aislamiento no mengua. Su hija, que se está encargando de sus cuidados, se ve «incapaz» de ayudarle a bajar. «Y él no puede. Por la enfermedad que tiene, se ahogaría al bajar los cinco pisos, o al intentar subir después», asegura.

Unos días después de que el ascensor quedase inutilizado, y ante la evidente falta de soluciones, Esther llamó a la Entidad Valenciana de Habitatge i Sòl, que gestiona la finca a cambio de un alquiler simbólico a los vecinos. «Me dijeron que llamase a la compañía que se ocupa del mantenimiento del ascensor. Pero ellos me dijeron que había que cambiar unas puertas, y que eso lo debía pagar la Generalitat. Volví a llamar a Habitatge, pero me instaron a insistirle a la empresa. Así hasta hoy». Mientras administración y empresa se pasan la pelota de un tejado a otro ante las protestas de Esther, José Pepiol sigue inmovilizado en su casa, con los riesgos para su salud que conlleva.

No fue hasta ayer por la mañana cuando un técnico se desplazó al lugar para examinar el estado del ascensor. Dio la máquina por arreglada y desbloqueada, pero en la misma tarde de ayer, dos vecinos de la finca se quedaron atrapados en el ascensor. «Evidentemente, sigue fallando algo», valoró Esther, «y puede ser peligroso si se bloquea». Tanto los habitantes como el técnico, preguntados ayer por este periódico, coincidían en señalar el mal estado del ascensor, en especial de la puerta en la planta baja, como la causa de las averías.