La garrofa, un cultivo milenario, sirvió durante siglos como alimento para los animales de tiro y de la labor. Ahora, en el siglo XXI, este producto mantiene su función como pienso, pero disfruta de un creciente espectro de aplicaciones en varios sectores de la alimentación humana y también de la industria farmacéutica y de la salud, gracias a las cualidades que contiene la pulpa de la algarroba y la goma del garrofín, la semilla del fruto. La harina de la algarroba, por otro lado, es un producto muy apreciado al otro lado del Atlántico y las exportaciones hacia América son muy elevadas.