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Crisis en el campo

La tala de campos ante la pésima campaña de fruta augura una gran caída de la producción

El presidente de la cooperativa de Alfarp estima que se abandonarán el 20 % de los cultivos, pero las cifras definitivas se conocerán a principios de año en el momento de concertar los seguros

Una retroexcavadora arranca de cuajo un campo de fruta con hueso, en una imagen de principios del pasado mes de junio. vicent m. pastor

El ruido de motosierras inunda la Ribera. La desastrosa campaña de la fruta de verano está llevando a muchos agricultores a talar unos campos que este año han representado un agujero sin fondo. Los responsables de las cooperativas de la comarca dedicadas a la explotación de este tipo de cosecha coinciden en señalar que la producción del próximo año se verá mermada como resultado del abandono de las explotaciones y, en algunos de estos casos, la tala de los árboles. Quienes se atreven a hablar de porcentajes sitúan el balance de campos talados en alrededor de uno de cada cinco, la misma cifra que estimaban otras cooperativas antes de la entrega de las liquidaciones. Son todo estimaciones, no obstante: la pérdida de explotaciones se podrá contabilizar cuando se firmen las renovaciones de los seguros de los campos, a principios del año que viene.

Unos seguros que, en muchos casos, se han «comido» la totalidad del pago de las liquidaciones, según afirmaba ayer Carlos Climent, presidente de la cooperativa de Catadau. «Un agricultor no puede vivir de liquidaciones de un céntimo, o en negativo», señalaba. La cooperativa de Carlet no ha sido la única que ha vivido la dantesca experiencia de tener que cobrarle al agricultor por la cosecha que él mismo ha entregado. Como Climent, Salvador Cardete, presidente de la cooperativa de Alfarp, también afirmó conocer algún caso. Es la fotografía más kafkiana que ha podido dar la campaña, pero la realidad no desmerece esta imagen. No en vano, los precios registrados han sido «históricos, sin ningún punto de comparación», aseveraba Climent. «El cultivo no llega a cubrir los costes de ninguna variedad. En nuestro caso, estamos pendientes de las liquidaciones del ciruelo, y van a ser aún peores», añadía por su parte Joan Micó, gerente de la cooperativa de Llombai.

Ningún dirigente le da la espalda a la tozuda realidad: todos coincidían en señalar que muchos socios de las cooperativas que dirigen les han expresado, a lo largo de la campaña „y especialmente tras la entrega de la liquidación de cada producto„ que no tenían otra alternativa que cortar por lo sano con sus explotaciones. En Almussafes, al día siguiente de la entrega de las liquidaciones ya había gente talando sus campos, según añadió ayer Juanjo Alepuz, responsable de fruta dulce de AVA-ASAJA. Un fenómeno que han imitado después agricultores del resto de las poblaciones de la Ribera. «Es una realidad. Vas por ahí, y no paras de escuchar la motosierra», relataba ayer Climent, quien a pesar de que consideraba «aventurado» avanzar cifras sobre el esperable descenso en la producción de fruta de la próxima temporada agrícola, no dudaba en que será un trance notable, «porque el palo de este año ha sido muy grande». Salvador Cardete, por su parte, sí se atrevía a lanzar una cifra: alrededor de un 20 % de explotaciones menos, con un descenso similar en la producción total.

«Más todas las plantaciones que teníamos previsto colocar al año que viene, y que no se realizarán», añadía el presidente de la cooperativa de Alfarp. Un drama agrícola, en definitiva, ante el que los directivos tan solo se resignan a esperar un aumento en los precios para que la próxima campaña no sea la última para mucha gente más.

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