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Una tradición que viene de lejos

Se tiene constancia de la presencia de toros desde 1373 y su participación en las fiestas fue progresiva hasta ser determinante

Una tradición que viene de lejos

La localidad acogió esta semana un acto que, bajo el nombre «Algemesí i els bous: història i tradició», puso de manifiesto esta vinculación secular. Junto a la alcaldesa, Marta Trenzano, el presidente de la Diputació, Toni Gaspar, el secretario autonómico de Seguridad y Emergencia, José María Ángel, compareció el crítico taurino y estudioso del tema Carlos Bueno, vecino de Algemesí. Éste último ya investigó la materia en su obra «Plaza de toros de Algemesí», editada por la propia diputación en 2002.

Según Bueno, existe documentación en el archivo municipal que deja patente el fuerte vínculo de Algemesí con los toros. El animal está presente en la localidad desde la Edad Media. El 13 de diciembre de 1373 se abrió un bovalar, un terreno dedicado en exclusiva al pasto para el ganado en trashumancia y también de la zona. «Era un privilegio real que proporcionaba dividendos a la villa, ya que los ganaderos tenían que pagar aranceles», subraya el crítico taurino, que también destaca la concesión de un segundo bovalar pocos años después.

Aquella condición evolucionó en lo que más tarde sería tradición. Si bien es cierto que el uso que se daba al animal era exclusivamente cárnico, con el paso del tiempo «los ganaderos de toros, además de una cifra monetaria, tenían que ceder los animales más 'cerriles' y bravos para las fiestas locales». Básicamente, se realizaban entradas de toros desde el pasto en el que se encontraban, normalmente situado a las afueras, hasta el corazón de Algemesí: su plaza mayor.

La evolución fue lenta pero imparable. «Todo ello dio pie a actividades que a todos nos resultan familiares hoy en día. Se realizaba, por ejemplo, la 'trià', mediante la cual un grupo de vecinos acudía al bovalar a seleccionar los animales que se utilizarían en los festejos. Podrían considerarse los precursores de la actual Comisión Taurina. También encontramos 'l'entrà', que era lo que es el actual encierro y que consistía en la llegada de los animales y su entrada por las calles del municipio. Por último, cabe destacar 'la vaca de prova', que se realizó hasta hace dos décadas, aunque con el nombre más reciente de 'vaqueta de migdia'. Ésto consistía en la suelta de algunas vacas por la calle Muntanya mientras el resto del ganado permanecía encerrado en el 'corro'», asegura.

No obstante, uno de los elementos más importantes fue la construcción de una plaza, o al menos una estructura que se le asemejaría bastante. «La gente que no participaba en la calle quería ver en la plaza Mayor la llegada y salida de los animales. Para ello se ponían troncos y carros donde los vecinos se subían para poder verlo», subraya.

Entre la documentación encontrada por Bueno en el archivo municipal figura uno de 1643 en el que se menciona, textualmente, «la tradicional celebración de toros en Algemesí». «Es muy importante que se use la palabra tradicional, que viene a reafirmar que ya se 'construía' algún tipo de plaza para ver los toros y que era una fiesta arraigada. Todavía no se realizaba el toreo tal y como lo entendemos hoy en día, simplemente se corrían toros por la calles», apunta al respecto.

Un siglo más tarde (concretamente en el año 1735), un documento hace referencia al pago a un carpintero para confeccionar el «corro», «lo que atestigua que entonces ya era de madera y que estaba ubicado en el mismo lugar que ahora, en la calle de Las Cruces, junto a la plaza; también ratifica que la fisonomía era ya la que ahora conocemos», destaca Bueno, para mencionar a continuación que en 1843 «los gastos de construcción de la plaza los asume el ayuntamiento, algo que indica que ya se buscaba que las diferentes partes que conformaban la plaza, actuales cadafales, tuviesen una fisonomía pareja».

Fue, de hecho, a finales del siglo XIX cuando se constata la celebración de un acto que perdura hoy en día como es la subasta de cadafales. «Las peñas pujaban por el piso de plaza a ocupar, donde elevarían sus graderíos, otro indicador de que ya los cadafales tenían el mismo tipo de montaje y aspecto. Fue la Cofradía de la Divina Pastora la primera que tuvo la idea de dejar de lado los carros para construir un graderío».

Ya en el presente siglo, dos hechos marcaron el devenir de los festejos taurinos. Por un lado, la unificación del paso inferior realizada por el arquitecto Juan Segura de Lago, cuyo diseño se mantiene hasta la fecha en la emblemática plaza rectangular. El segundo, ajeno a la localidad, fue la Guerra Civil. Fue un punto de inflexión. Los primeros novilleros que se vieron en Algemesí fueron aficionados locales. A finales del siglo XIX ya se dejó ver algún torero de los alrededores. No obstante, tras el conflicto bélico, el nivel creció paulatinamente y cada vez más novilleros de reconocida fama mundial se acercaron a Algemesí.

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