El Monestir d'Aigües Vives ha pasado por épocas mejores. En los últimos años su situación ha empeorado sobremanera. Al deterioro propio del abandono se suman las múltiples internadas sufridas (el saqueo y el pillaje se han convertido en prácticas demasiado habituales). Por eso los ayuntamientos de Alzira, Carcaixent y la Barraca han lanzado un último mensaje de socorro que salve el histórico edificio, un antiguo cenobio agustino que tiene su origen en el siglo XVI y que fue declarado Bien de Interés Cultural (BIM) en el año 2007. Los alcaldes se reunieron esta semana con el administrador concursal del convento (cabe recordar que el monasterio entró en concurso de acreedores, según el BOE 26/03/2014) y esperan poder tener una nueva reunión con técnicos de la dirección general de Cultura y Patrimonio para poder contar con directrices que ayuden a frenar su deterioro.

«La situación del monasterio es muy compleja porque es una propiedad privada que entró en concurso de acreedores», explicó ayer el alcalde de Alzira, Diego Gómez, que añadió a continuación: «Nos preocupa el expolio que ha sufrido en los últimos años, tenemos que mejorar la seguridad pero los ayuntamientos no sabemos qué podemos y qué no podemos hacer y pedimos ayuda al Consell».

«Estamos muy preocupados por su deterioro», agregó el alcalde de Carcaixent, Francesc Salom, que prosiguió: «No podemos permitir que pase el tiempo y se continúen produciendo actos vandálicos o intentos de robo». El munícipe carcagentino insistió en la necesidad que tienen los ayuntamientos de conocer hasta qué punto pueden intervenir: «Al final, podemos intentar que haya vigilancia, que se acuda cada vez que nos avisan de que hay alguien merodeando, pero no podemos entrar y actuar. Queremos que la Generalitat nos enmarque bien este escenario de múltiples actores y ver qué competencias tenemos cada uno. Es necesario que vengan técnicos, no políticos, que valoren la situación actual y delimiten un marco de actuación Tenemos que intervenir cuanto antes para evitar un mayor deterioro. Hablamos de un edificio que necesita que abramos sus puertas y que corra algo de vida porque, de lo contrario, acabará siendo una ruina total. Es normal que en una situación como esta haya gente con necesidades que vaya allí y ahora coja un retablo, luego algo de madera, cobre o hierro... Pero no es, para nada, el marco deseable y queremos poner fin a este problema y minimizar los daños».

Una venta que no se produce

La propiedad se encuentra en venta desde hace muchos años pero es difícil hallar un nuevo propietario capaz de asumir el elevado coste económico de la transacción y, a continuación, que dedique más fondos a la restauración y mantenimiento que requiere un inmueble protegido.

«En otras épocas, como aquellas de grandes ferias y eventos, quizás alguna administración superior su hubiese atrevido a comprar el monasterio, pero eso no va a ocurrir», argumentó Salom, para añadir a posteriori: «Lo ideal sería que alguien que pueda sacarle una rentabilidad, ya sea económica, social o cultural, porque nadie va a venir a poner dinero porque sí. Al menos, de momento no se ha presentado nadie con tanta generosidad. Somos realistas porque al final el monasterio es como un castillo, y los propietarios de castillos tienen un gran problema hoy en día. Sabemos que es un problema con una difícil solución. Pero o actuamos ahora, o al final ocurrirá aquello de que entre todos la mataron y ella sola se murió».