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La valenciana que inducía el sueño

Isabel Torres, de Alberic, fue la primera mujer anestesista de la Comunitat y también se prodigó en el campo de la pediatría

La valenciana que inducía el sueño

Ser mujer y destacar en un mundo de hombres es una tarea harto complicada incluso en la actualidad. Hacerlo hace décadas era una hazaña digna de admirar. Es el caso de Isabel Torres Devesa, la primera mujer médico de Alberic y la primera figura femenina anestesista en la Comunitat Valenciana. En palabras del cronista oficial de la localidad, Antonio Torres, «un ejemplo a tener en cuenta por todos». Precisamente, Torres ha logrado, a través de un concienzudo trabajo, rescatar su figura, a la que ayuntamiento dedica una exposición durante la Fira de l'Alliberament que se celebra este fin de semana. La muestra también recuerda el legado del maestro Rafael Giner.

Isabel Torres nació en Alberic el 1 de julio de 1923. Su padre, Máximo Torres Martínez, era agricultor. Su madre, Isabel Devesa Domingo, ama de casa. Mujer e hija de una familia humilde de clase trabajadora, lo tenía casi todo en su contra para labrarse un porvenir en una época en la que ambas circunstancias suponían un obstáculo para acceder a estudios superiores. Pero la alberiquense contaba con una voluntad indomable capaz de superar cualquier dificultad.

Su primera etapa educativa se fraguó en el colegio La Milagrosa. A continuación accedió a la Acadèmia Mayoral, fundada en 1934, en la que recibió las enseñanzas de maestros como Rafael Giner, Eliseo Ramón y Arturo Vila (al grupo se sumaría posteriormente Francisco Rivero). Esta institución permitía a los jóvenes de la localidad estudiar Bachillerato.

Para poder cursar su aprendizaje, Isabel Torres necesitó una beca del ayuntamiento. Era una época convulsa, con el golpe de estado fascista a punto de condenar al país a una cruenta guerra. Pero ni siquiera esas circunstancias afectaron a la joven alberiquense, que alcanzaba gracias a su inteligencia y capacidad de trabajo calificaciones de sobresaliente. «Durante los años que duró aquella guerra 'incivil', posiblemente fue a estudiar diariamente al instituto de Alzira, ya que en el pueblo había mucha marejada», reflexiona al respecto el cronista.

Allí coincidió con una profesora que la ayudó a proseguir con sus estudios. Se trataba de Olimpia Sarocena, que procedía de la Universitat de València. Ella convenció a los padres de Isabel de que la joven debía concluir su formación académica. En la capital provincial, Isabel estudiaba, cuidaba niños y aportaba la comida que su padre le llevaba de Alberic para poder costear sus estudios.

Avanzada a su tiempo

Tras superar con éxito siete cursos de Bachillerato, realizó el examen de Estado, que le permitió entrar en la Facultat de Medicina de la Universitat de València en el año 1942. «Isabel era una avanzada a su tiempo, ya que la mayor parte de las mujeres que estudiaban, que eran bien pocas, iban todas la Escuela Normal para realizar Magisterio. Pero ella no se conformó con eso, tenía las ideas bien claras: quería estudiar Medicina», manifesta el cronista.

Así pues, entre 1942 y 1949 cursó los estudios de Medicina, una carrera dominada por las figuras masculinas (su promoción estaba formada por setenta hombres y únicamente cuatro mujeres). Destacó en Pediatría, en la que alcanzó la Matrícula de Honor bajo la tutela del profesor Dámaso Rodríguez Pérez. A continuación, realizó sus prácticas en el Hospital Provincial. Además, trabajó en la consulta privada del pediatra Pascual Escolano.

Entre 1949 y 1952 compaginó su trabajo en el hospital junto al doctor Escolano con la apertura de una consulta en Alberic, concretamente en la casa de su madre, ubicada en la calle Sant Vicent. Se convirtió, por tanto, en la primera mujer médico de la localidad. Durante aquella época contrajo matrimonio con Vicente Manuel Vento Ruiz. Al poco tiempo dio a luz a su primer hijo. Para conciliar la vida laboral y la familiar se tuvo que especializar en Anestesiología para compartir el trabajo con su marido. De ese modo, pasó a los anales de la historia como la primera mujer anestesista de la Comunitat Valenciana, según se desprende del libro «Orígenes de la Anestesia Moderna en España» de Avelino Franco.

Durante sus primeros años de matrimonio también se dedicó a la investigación. De hecho, publicó varios artículos en revistas especializadas. Con el paso de los años, dio a luz a otros cuatro hijos. Así que se dedicó exclusivamente a la Anestesia Hospitalaria, lo que compaginaba con el cuidado de su familia, ayudada siempre por su madre. «Además, ganó por concurso de méritos una plaza de Ambulatorio de Pediatría que compatibilizó con la Pediatría hasta 1988, momento en el que se jubiló tras una larga vida laboral de 38 años», explica el cronista alberiquense, que añade: «Todas las personas mayores a las que les he preguntado sobre Isabel coincidían en que era una persona muy inteligente, con una gran fuerza de voluntad y con las ideas muy claras. Tuvo que superar muchos obstáculos, pero lo consiguió. Un ejemplo a tener en cuenta para todos».

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