El elevado coste de inversión es un inconveniente para la gran mayoría de productores, pero sus beneficios económicos son innegables, ya que, una vez realizada la inversión, el coste de mantenimiento es similiar al de otras producciones citrícolas. «Una arroba de Nadorcott puede venderse a unos 9 euros, aunque en una campaña con mucha cosecha puede bajar hasta los 6, esa sería la horquilla. Mientras, por cualquier variedad de mandarina más convencional puede rondar entre los 2 y los 3», comenta al respecto Soler.