La campaña transcurría tranquila en la Ribera hasta ayer, en que coincidieron en la comarca tres de los candidatos al Congreso de las principales fuerzas políticas. El que consiguió movilizar a más votantes fue el ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luís Ábalos. Más de 500 personas abarrotaron anoche el Llar de Jubilats de Almussafes para escucharle. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se tuvo que conformar con un afoto más discreto a mediodía en Algemesí y los líderes del partido ultraderechista Vox se atrevieron por la tarde a abrir el Gran Teatro de Alzira y no llenaron, aunque el mitin fue seguido por algo menos de doscientas personas, una cifra relevante en un contexto de gran desmovilización ciudadana.
El líder de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, se dejó ver por la mañana en el mercado ambulante de Alzira, donde reivindicó mejoras en la red de Cercanías de Renfe, una conexión desde Alzira a la nueva AP-7 gratuita, un nuevo puente sobre el Xúquer y un gobierno proclive a los agricultores. Ximo Puig solicitó una victoria sólida del PSOE que permita alejar «el fastasma de una extrema derecha que quiere acabar con las autonomías» y situó al Consell valenciano como ejemplo de gestión social. Ábalos también pidió una «mayoría estable» y el alcalde de Almussafes reprochó el boicot de los partidos de izquierda a las propuestas progresistas de Pedro Sánchez.
Los líderes valencianos de Vox, José María Llanos y Gil Lázaro junto al alcireño Ricardo Belda se ciñeron a su guión clásico: críticas feroces al «despilfarro» de las autonomías y de la Unión Europea, desprecio a la inmigración y reproches a la paridad impuesta por el feminismo. Y exigieron libertad para elegir idioma y colegio.
