«Nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia». Ese es el título que recibe el libro que recoge los discursos sobre la emergencia climática elaborados por Greta Thunberg, la joven ecologista sueca de 16 años que incluso ha sacado de sus casillas al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. La frase ha calado hondo en una niña de la comarca que, con nueve años, ya ha fundado una agrupación ecologista: Castebrota.

María Caldés Capsir vive en Villanueva de Castellón y posee un nivel de concienciación ambiental al que muchos adultos son incapaces de llegar. Su preocupación por el alarmante y creciente deterioro que sufre el planeta se define en un frase que ha repetido, en más de una ocasión, a sus padres: «A mí me gustaría tener nietos». «Me gusta lo que dice Greta Thunberg, porque es verdad; a las nuevas generaciones no nos van a dejar nada, lo único que se hace es destruir, destruir y destruir. Mucha gente simplemente se queja. En vez de protestar, tenemos que actuar y hacer cosas», explica María a Levante-EMV.

Desde siempre ha tenido inquietudes relacionadas con el medio ambiente o con el urbanismo más voraz. Le choca que se apueste más por el gris que por el verde. Aunque claro, «a la gente sólo le interesa el dinero». Además, antes de fundar Castebrota, resultado de la unión de Castelló y brota, obligaba a sus padres a apagar las luces de las habitaciones que abandonaban. No valía un «tengo que volver en un minuto». Así que no es de extrañar que la joven María acabase creando un grupo ecologista.

Trabajo escolar

Como ella explica, todo nació en su escuela, el Severí Torres, a partir de un trabajo propuesto por su maestra, María José Ferrando: «El año pasado tuve que hacer una exposición oral sobre alguna mujer. Yo elegí a la primatóloga Jane Goodall. Al buscar información descubrí que fundó un instituto que había desarrollado una campaña nombrada Roots & Shoots, Raíces y Brotes en castellano. Vi que consistía en pequeños grupos por todo el mundo fundados por niños y niñas que realizan acciones para mejorar el medio ambiente. Yo que siempre decía que no me parecía bien todo lo que pasa y vi una oportunidad para hacer algo». Cuando se lo contó a su tutora, ésta se involucró por completo en la iniciativa y aportó otras. De hecho, en los centros educativos de la localidad también se ha iniciado una recogida de teléfonos móviles: «Tienen un mineral llamado coltán, que se extrae de la selva y esclavizan a niños para sacarlo», deplora María.

En ese contexto surgió Castebrota y desde entonces ya ha impulsado varias actividades, especialmente de limpieza de parajes naturales. En la Font Amarga, por ejemplo. En su última salida, realizada hace escasos días, reunieron a una veintena de personas. En apenas cuarenta minutos llenaron tres coches con la basura recogida. «Todo el mundo es capaz de deteriorar la naturaleza, a veces incluso de manera inconsciente. Uno piensa que por tirar una botella de plástico en la montaña no pasa nada, pero no es solo una. Este proyecto es la contrapartida, si yo hago un poquito y mi vecino otro poquito, son pequeñas acciones que suman. La sensación de ver a los niños, emocionados, que se sienten importantes como un motor de cambio, es indescriptible. Algunos, incluso, en el patio o en el parque recogen papeles del suelo que no han tirado ellos para tenerlo todo limpio», agradece Laura, la madre de la niña ecologista. «La gente que ha venido a limpiar no se cree la de cosas que te encuentras. Lámparas, campanas, ruedas de camión€ Todo el mundo cree que es un desastre», añade María.

Conocer el entorno cercano

El objetivo de esta asociación no es contar con un grupo permanente de voluntarios que limpian los parajes naturales, sino ilustrar el deterioro que sufren cada vez que alguien arroja basura en ellos. Buscan que haya un cambio de chip. Educar en sostenibilidad, con un mundo que realice un consumo más racional. «Lo más importante es que la gente se dé cuenta de qué problema tenemos. Si alguien viene un día a recoger basura a la naturaleza que vea lo que pasa, sea consciente y deje de hacerlo. Al final, esto es un problema, necesitamos la ayuda de todo el mundo. Cualquiera puede hacer cosas por el planeta como reciclar o utilizar menos plástico, ya supondría una gran evolución», argumenta la joven castellonense.

Para su próxima salida por la naturaleza, prepararán juegos para fomentar el aprendizaje de los niños. También buscan conocer mejor su entorno, saber qué plantas o animales son los autóctonos. «Queremos promover el conocimiento de nuestro patrimonio natural, porque es la mejor manera de protegerlo. Así también podemos plantear nuevas acciones. Por ejemplo, no podemos proponer plantar árboles sin saber qué tipos son los adecuados y no van a resultar ejemplares invasores que dañen lo que tenemos», comenta Laura Capsir.

La joven María es, pese a su corta edad, un ejemplo a seguir. Incluso para los adultos. Mientras algunos niños prefieren jugar con la tablet o la consola, ella ya trabaja por un mundo mejor. Sólo el tiempo dirá si la comarca decide seguir sus pasos o hace oídos sordos al grito de auxilio del planeta.