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Memoria histórica

Uno de los hijos se niega a exhumar al criminal nazi enterrado en Carcaixent

El ayuntamiento ha intentado, sin éxito, negociar el traslado de Vjekoslav Luburic con uno de los herederos del genocida - El descendiente adquirió los derechos funerarios que compró su tío

Un mensaje partidiario de Luburic en Carcaixent junto a un punto de mira, símbolo habitual en las pintadas nazis. vicent m. pastor

Carcaixent parece condenada a conservar la tumba del genocida croata vinculado al nazismo Vjekoslav Luburic al menos durante algo más de seis años, tiempo en el que vecen los derechos funerarios adquiridos por su cuñado, el también criminal Dinko Sakic, en 1976. Pese a que el ayuntamiento intentó una solución «amistosa» con uno de los cuatro hijos de «El Carnicero» (el apodo con el que era conocido), éste se opuso a que los restos mortales de su padre abandonasen el cementerio carcagentino.

Como ya adelantó ayer Levante-EMV, las posibilidades del gobierno de Carcaixent son más bien escasas. El margen de maniobra para retirar el panteón de Luburic es muy estrecho. Aunque la voluntad política permanece, no se han realizado nuevos movimientos para forzar su exhumación. Los intentos promovidos durante la pasada legislatura no dieron sus frutos y en esta, por el momento, no se aborda el problema con tanta insistencia. De hecho, el consistorio parece resignado a dejar que corra el tiempo y que se agote el derecho funerario que existe sobre la tumba.

Los contactos con administraciones superiores sirvieron para constatar que el ayuntamiento no podía aplicar, en el caso concreto de Luburic, la Ley de Memoria Histórica. Ser el artífice del campo de exterminio de Jasenovac y comandante en jefe de todos los campos de concentración del régimen nazi de Zagreb -y por ende responsable de miles de muertes durante la Segunda Guerra Mundial- no es suficiente para una normativa centrada en la Guerra Civil y la dictadura, obviando dicho episodio, estrechamente relacionado. Tampoco dieron sus frutos los contactos con la embajada de Croacia para que reclamase los restos de su conciudadano.

Las conversaciones con uno de los cuatro hijos de Luburic tampoco obtuvieron el resultado deseado, según explicaron a este periódico fuentes de total solvencia. El caso admite muchas interpretaciones jurídicas y generaba muchas dudas, en principio. Cabe recordar que el genocida croata fue asesinado en 1969 por un espía enviado por la Yugoslavia de Tito. El joven Ilija Stanic -las crónicas de la época cifran su edad en 23 años a la hora de cometer el homicidio- acabó con la vida Luburic tras ganarse su confianza. Se hizo pasar por un exilado croata y trabajó para él alrededor de año y medio. Fue enterrado en Carcaixent, aunque no fue hasta 1976 cuando su cuñado, Sakic, adquirió el panteón y, por tanto, era el titular de los derechos funerarios de Luburic.

En agosto del pasado año, uno de los hijos de Luburic, consciente de los intereses del ayuntamiento de retirar la tumba de su padre, mostró su disconformidad al gobierno local. De hecho, éste intentó llegar a un acuerdo con su descendiente. Se le propuso la posibilidad de exhumar los restos y trasladaros a otra ubicación a su elección, pero éste se negó. Incluso, según las mismas fuentes, rehusó la posibilidad de poner en contacto a los representantes del consistorio con el resto de sus hermanos, entre los que sí habría alguno dispuesto a ello. Acto seguido, el hijo de Luburic solicitó el título de propiedad del panteón, así como otros documentos relacionados con éste.

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