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Magenti, ilustre compositor por accidente

El músico de Alberic abordó durante su gran carrera desde las zarzuelas hasta los pasodobles

El ilustre compositor mientras dirige una banda. levante-emv

Cuando la historia vital de un personaje permite escribir un trabajo doctoral de 550 páginas es porque su vida es histórica. Es el caso de Leopoldo Magenti Chelvi, nacido en Alberic en 1894 y que ha sido premiado esta semana por la Academia de la Música Valenciana como uno de los insignes de la música valenciana. La gala de premios celebrada el jueves quiso reconocer la vida y obra del músico y compositor alberiquense, uno de los grandes. La historia de la música le debe composiciones tan reconocidas como la revista «La Cotorra del Mercat» „que fue representada más de 1.500 veces„, «L'Artista faller» o la suite «Estampas Mediterráneas». Su trayectoria como pianista parecía imparable hasta que u na lesión en la mano derecha le forzó a probar suere como compositor. Y tampoco defraudó en esta especialidad.

El historiador y musicólogo Manuel Olmos Gil profundizó hace unos años sobre su trayectoria profesional y personal con una tesis que logró un Cum Laude en la Universidad Católica de Valencia, destacaba que Magenti se inició en el mundo de la música mediante las lecciones de piano de su madre Enriqueta. Fue matriculado en el Conservatorio de Valencia en 1913, donde estudió con los profesores Juan Cortés y el padre Francisco Peñarrocha. Sus incuestionables cualidades lo hicieron merecedor del Premio Extraordinario de Piano al final de sus estudios en Valencia en 1916. Ese mismo año se trasladó a Madrid para continuar su formación. Estudió con Joaquín Turina y con Stefiani, entre otros, y entró en contacto con el mundo artístico, formó parte de la peña del Círculo de Bellas Artes del maestro Tomás Bretón y conoció a músicos como Andrés Segovia, Francisco Costa o Gaspar Cassadó. En París perfeccionó su técnica pianística con Wanda Landowska y con Joaquín Nin. Ya en los últimos años de formación empezó una exitosa pero corta carrera de pianista, como solista y como acompañante de instrumentistas y cantantes.

Su trayectoria como pianista se vio truncada de forma traumática, debido a un derrame sinovial sufrido en la muñeca de la mano derecha. Recurrió, sin éxito, a los mejores especialistas europeos buscando solución, pero finalmente tuvo que retirarse del mundo de la interpretación. Además, el estallido de la Guerra Civil cortó la gran progresión musical que estaba teniendo en Madrid. Lejos de dejarse amedrentar, el músico de Alberic supo reubicarse en sus facetas como compositor, crítico musical y profesor de piano en el Conservatorio de Valencia. Como sustento de vida obtuvo plaza de funcionario en el Cuerpo de Telegrafistas del Ministerio de Industria y compaginó su nueva profesión con la crítica musical. En el verano de 1936, mientras preparaba en Valencia la ópera valenciana «L'Horta Vella», con letra del escritor Ramón Andrés y Cabrelles, el inicio de la Guerra Civil le impidió regresar a Madrid y tuvo que permanecer en Valencia, donde finalmente fijó su residencia.

Evolución de su obra

Olmos publicó hace unos años, a través del ayuntamiento, su estudio sobre Magenti, con un repaso de su trayectoria y una recopilación de imágenes de su vida. La labor de recuperación contó con la colaboración de familiares del compositor, como su propia viuda, Eulalia Chisbert. Aunque la obra de Magenti no puede considerarse muy extensa, en ella hay una interesante evolución compositiva entre 1924 y 1968. «Inicialmente Magenti se consagró como compositor de música lírica, primero con zarzuelas como 'El amor está en peligro' (1924), 'El Ruiseñor de la Huerta' (1929), 'La Barbiana' (1932) y 'La Labradora' (1933). Tras la Guerra Civil hizo su única banda sonora para la película 'La última Falla' (1940) y derivó su composición hacia otras líneas de la música lírica como operetas y revistas musicales, siendo 'La Cotorra del Mercat' (1946)», señala Olmos. «En su última etapa como compositor „continúa el investigador„, se inclinó hacia el género sinfónico con las suites Estampas Mediterráneas o Evocaciones, que han tenido mucha repercusión en su versión para banda», añade.

Magenti fue un compositor versátil con la experimentación con el folclore musical valenciano pero también con otros estilos enormemente diferentes como el bugui-bugui. El alberiquense, además, colaboró con el Diario de Valencia, entre los años 1916 y 1919, y fue miembro de la redacción del periódico La Voz Valenciana de 1923 hasta 1931. Magenti fue uno de los grandes representantes de la «generación 1900» que, junto a personalidades como Manuel Palau, José Iturbi, Joaquín Rodrigo o Vicente Asencio, componen, en opinión de Olmos, una «eclosión de músicos que hizo cambiar la concepción de la música valenciana. Todos ellos son la generación que hereda las inquietudes de la Renaixença, liderada por Salvador Giner y desarrolla y expande aquello que se pretendía a finales del siglo XIX».

La evolución compositiva del maestro Magenti responde a diversas etapas, desde la inicial, con zarzuelas y composiciones posrománticas neoclásicas hasta las más contemporáneas dentro del mundo lírico, como la opereta y la revista. Su música recoge mayoritariamente melodías del folclore valenciano, sin dejar de lado las estructuras de música popular, como pasodobles y canciones. Magenti murió en Valencia el 22 de julio de 1969 y hoy es una de las figuras históricas más reconocidas de Alberic.

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