Carcaixent retomó ayer la sesión plenaria suspendida por la algarada acontecida el pasado 26 de noviembre con una tensa calma. El mayor control policial y la menor presencia de manifestantes permitieron que la política volviese al hemiciclo. El alcalde de la localidad, Francesc Salom, zanjó el debate de los sueldos con contundencia: «Cerremos ya esa cuestión y empecemos a hablar de los verdaderos problemas de la gente. Centremos nuestros esfuerzos en tirar esto adelante y dejemos de ponernos palos en las ruedas. El problema de este pueblo no son los sueldos de sus políticos, sino la cantidad de dinero que ha destinado a intereses y sentencias heredadas de anteriores gestores. Más de quince millones de euros que no se han podido destinar a mejorar nuestra población».

Media hora antes del pleno, Units per Carcaixent convocó a varias decenas de personas en su particular recogida de firmas contra la subida del IBI. Alrededor de diez agentes de Policía Local y Guardia Civil custodiaban la casa consistorial en el exterior. Llegada la hora, pudieron entrar treinta personas. El número máximo que permite la normativa y que se excedió con creces en la pasada convocatoria.

Las decenas de personas que se quedaron fuera, en la plaza, pedían a gritos la dimisión del alcalde y hacían sonar sus silbatos. Pese a que todo aquello era audible, la sesión comenzó con total normalidad.

La oposición se mantuvo fiel a su guión y defendió nuevamente la necesidad de rebajar los sueldos, «no solo los del gobierno, si no el de todos los concejales», matizó el líder del Partido Popular, Salvador Ferrer, que recordó a Salom que su partido también pidió lo mismo en 2011 a la por entonces alcaldesa, Lola Botella. «Lo que proponemos es justo en relación al trabajo que se hace», añadió Ana Calatayud, que reconoció que la medida no solventaría los problemas de Carcaixent antes de apelar al dicho valenciano: «Tota pedra fa paret». «Si se bajan los sueldos, menos se tendrán que subir los impuestos», apostilló la edil de Units. También instó a Salom a no escudarse en una «herencia recibida que ya sabía que tendría».

Salom aseguró que los argumentos de la moción presentada por la oposición «son una mezcla de mentiras y demagogia». El alcalde tuvo que recordar en varias ocasiones que se respetase el turno de palabra o que el público asistente no aplaudiese o lanzase comentarios al aire, aunque el ambiente poco recordaba el alboroto vivido hace un par de semanas. Su compañera en el gobierno Sara Diert (PSPV) recordó que hace unos años «la alcaldesa cobraba más y el IBI estaba más alto, pero no se llamaba a formar manifestaciones que únicamente sirven para dividir a la población».

Antes de dar paso a la votación, Salom echó en cara la oposición su campaña contra los sueldos y el aumento del IBI: «A nadie le gusta subir los impuestos, pero es preciso. Si la oposición tiene alternativas, que las ponga encima de la mesa y diga qué servicios piensa recortar. Pero que dejen de confundir e intoxicar a la gente con mentiras, como la de que este alcalde es el que más cobra de la comarca, lo que es falso. Ya toca superar ese problema que arrastran desde julio por ser incapaces de formar un gobierno alternativo», sentenció. La votación rechazó la propuesta de la oposición.