La famosa doble vara de medir está muy implantada en la política. Afecta a todos los partidos. El último ejemplo de esta práctica lo ofrece la marca Units, que tras abandonar la denominación «per València» adoptó los topónimos locales en Carcaixent y Benicull, los únicos municipios de la comarca en los que tienen representación. Mientras en la ciudad de la Ribera Alta la formación critica con dureza el incremento de los sueldos del alcalde -y del resto de políticos-, en el pequeño pueblo de la Ribera Baixa, de menos de un millar de habitantes, se admite con toda naturalidad que la primera edil se incremente un 31 %. Es difícil encontrarle coherencia.

Las diferencias en los sueldos políticos de Carcaixent con respecto a la anterior legislatura se deben, única y exclusivamente, a la subida del Índice de Precios de Consumo (IPC). Por eso, Francesc Salom percibía 3.200 euros en 2015 mientras que en este año su retribución crece hasta los 3.362. Si bien es cierto que se ha aumentado el número de personas liberadas, éstas reciben cantidades similares a las del pasado ejercicio político, ya que tan solo crecen en función del IPC. El incremento de los concejales liberados, sin embargo, ha provocado una campaña de acoso por parte de Units per Carcaixent, con Ana Calatayud al frente. Buena parte de su argumentario se basa en atribuir la subida de impuestos a los, a su juicio, a la elevada nómina de salarios políticos. «Van a embutxacar-se-los», se oye con frecuencia en Carcaixent

De hecho, no hace mucho Units defendía que el pacto de gobierno alcanzado por Compromís, el PSOE y el edil no adscrito Juan Albert «escondía un engaño para seguir sangrando al pueblo» y calificaba de «sueldazos» sus retribuciones. Acto seguido, incitaba a la manifestación vecinal: «Si el pueblo tuviera narices, se presentaría mañana en el ayuntamiento para protestar». No fue a la jornada siguiente, pero sí una veintena de días después. En aquella ocasión, el pleno se tuvo que suspender debido a la algarada que se formó.

Mayoría absoluta

Lo que resulta deleznable en Carcaixent, al cruzar la línea que separa la Ribera Alta de la Baixa adquiere tonos de justicia retributiva. Units per Benicull gobierna con mayoría absoluta -obtuvo cinco de los siete concejales posibles en el ayuntamiento-. Esta semana, su alcaldesa, Amparo Giner, ha decidido subirse el sueldo. Su incremento nada tiene que ver con las actualizaciones del IPC, ya que su salario crecerá más de un 30 %. Hasta la fecha percibía algo más de 900 euros brutos mientras que a partir del próximo año su asignación pasará a ser de algo más de 1.400. Giner justifica tan abultado incremento en que dedica «24 horas al día» a los asuntos públicos en un municio, no puede sslayarse, que ni siquiera alcanza el millar de habitantes, según el censo de 2018. La alcaldesa también sostiene que su salario se encuentra por debajo del límite máximo permitido por la ley.

Units considera ahora justo que la alcaldía esté remunerada con un sueldo similar al que tenía el socialista José Francisco Damiá, al que la propia Giner (entonces en UV) dejó sin asignación en 2010. Por aquel entonces, el partido que ahora aprueba un incremento salarial del 31 % veía desmesurado lo que Damiá cobraba. La política es poliédrica. Lo que resulta inadmisible en el rival no tiene porqué aplicárselo uno mismo.