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El desgarro del topónimo ya no duele

La propuesta de valencianizar el nombre de Villanueva de Castellón mantiene los dos bloques aunque sin generar crispación

Vecinos de Villanueva de Castellón, el jueves, entre las paradas del mercadillo semanal. vicent m. pastor

El debate sobre la adaptación al valenciano del topónimo de Villanueva de Castellón no deja a nadie indiferente tras la fractura que el anterior intento provocó en la sociedad local, aunque la nueva propuesta que ya tramita el ayuntamiento en torno al término Castelló no ha generado crispación -más allá de algunas posiciones más o menos acaloradas en las redes sociales-, según se desprende de la consulta realizada el jueves en la calle por Levante-EMV de forma aleatoria. La normalidad con que se vive el proceso, al menos hasta ahora, llega al extremo de que personas que vivieron directamente la polémica suscitada en 1994 con la aprobación del topónimo Castelló de la Ribera incluso desconocían el acuerdo adoptado hace ya un mes por la corporación para tramitar la modificación.

Ha cambiado la actitud, ahora mucho más serena, aunque no la división entre los partidarios de la valencianización con el topónimo Castelló de la Ribera -aunque en algunos casos aceptan la fórmula Castelló como alternativa de consenso para evitar que se reabra el conflicto- y los defensores de Vilanova de Castelló o, en su defecto, la expresión incluso más popular «Villanova». Con todo, buena parte de los vecinos consultados plantean la conveniencia de convocar un referéndum o algún tipo de votación que para que sea el pueblo el que decida el topónimo que quiere.

Es la opinión, entre otros, de Jenifer Carreres, que reside en el pueblo desde hace «doce o trece años», por lo que no vivió los momentos más tensos de la polémica. «¿Castelló?, me parece corto y diferente, demasiado cambio. Yo siempre he visto que ponía Villanova de Castelló. Creo que se debería hacer una votación para que cada uno exprese su opinión, si quiere el nombre en valenciano, en castellano...», comenta, mientras señala no haber percibido que la reapertura de este debate haya generado crispación.

«Somos de la Ribera»

Genoveva Sanchis, por su parte, recuerda el «problemón» que generó el cambio de topónimo, que vivió en primera fila, ya que su marido formaba parte de la corporación. «Yo soy partidaria del nombre en valenciano, de Castelló de la Ribera porque somos de la Ribera, quieran o no quieran, pero si creen conveniente que sea Castelló, pues Castelló, me parece muy bien», incide, si bien admite que desconocía que la corporación actual hubiera iniciado un expediente para modificar el topónimo. «Ahora está todo más calmado», comenta.

Contraria a la modificación planteada se muestra Carmen Franco, quien sí conocía la propuesta del ayuntamiento, que fue aprobada con el voto a favor de Compromís y el PSOE, la abstención de EU y el voto en contra del PP. «Castelló no me gusta. Yo he nacido en Villanova de Castelló y soy de Villanova de Castelló, no me voy a pelear ni voy a discutir con nadie por eso, pero no me gusta. Si oficialmente es Villanueva, para qué remover esto otra vez. Cuando digo Castelló me refieron a Castellón de la Plana», agrega.

Salva López, profesor de instituto, también sufrió en casa la polémica ya que su padre era entonces concejal del PSPV. Se reconoce partidario de la forma Castelló de la Ribera, pero aplaude la propuesta del ayuntamiento como una alternativa de consenso. «Todos conocemos el pueblo como Castelló y sería una buena manera por parte de unos y otros de ceder, sin que nadie intente imponer nada sobre nadie, para que todos podamos vivir en paz y tranquilidad, porque es una lástima que por culpa de este tema muchas familias y amistades se hayan podido romper». El joven considera que el problema del topónimo sigue latente y que, de este modo, se podría «acabar con él».

Elia Fernández, jubilada que ha residido 44 años en Barcelona, se muestra firme. «Me gusta más Vilanova de Castelló». Conoce lo que sucedió, aunque no lo vivió. Su marido, José Calvo, reivindica un referéndum «para que el pueblo decida» ya que considera que, de lo contrario, «es una dictadura».

A favor de Vilanova

Manuel Pérez también rechaza el cambio. «Yo prefiero Villanueva de Castellón que, en valenciano, es Vilanova de Castelló. Ocurre lo mismo con la banda de música. Toda la vida había sido Lira Castellonense, pero entró una junta, cambió a Lira Castellonera y ya está bien así. No entiendo que cambien los nombres», comenta, mientras señala que la denominación oficial es actualmente Villanueva de Castellón «y no hacen caso», en alusión al uso generalizado de la fórmula Poble de Castelló.

Mª Carmen Aliques defiende la valencianización, aboga por una decisión definitiva e incluso muestra su conformidad con la alternativa planteada, pero señala que «si hubiera un referéndum para que la gente decida, mejor».

Andreu Pons, por contra, defiende con firmeza la fórmula Castelló de la Ribera. «Vilanova es una traducción literal de Villanueva, que nunca ha sido Vila, ni nueva ni nunca de Castellón», comenta, mientras recuerda que en el intento de normalización se optó por identificar el pueblo con la comarca para evitar confusiones. «Es Castelló de la Ribera y siempre lo será», indica, mientras responsabiliza a la derecha «de haber generado la crispación» en su momento.

La joven Tania Martínez, que desconocía la propuesta, expresa sus dudas sobre la alternativa planteada. «Castelló me parece raro, estoy acostumbrada a Villanova».

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