Australia está al otro lado del mundo, pero en una sociedad globalizada como la actual los problemas de un solo país tan alejado pueden afectar, por ejemplo, a la Ribera. El ingeniero forestal Ferran Dalmau, de Carcaixent, ha aportado su visión sobre la oleada de incendios que arrasa el país en una entrevista concedida a una periodista de Melbourne. Una de las conclusiones a las que llega es que la pérdida de algunas costumbres, como la tala controlada de la masa forestal, contribuyen en gran medida a que se produzcan fuegos de tal magnitud.

«En muchas zonas de Australia hay unas 30 toneladas de combustible por hectárea cuando hace siglos había 8 toneladas por hectárea, que eran mucho menos vulnerables a sufrir un incendio porque había mucha menos cantidad de leña», explicaba Dalmau, que preseguía: «Los aborígenes quemaban el territorio para mantener cargas bajas de combustible, es decir, de vegetación. Lo mismo sucede con las quemas prescritas por el gobierno, las cuales reducen de forma controlada el combustible dispuesto para arder en épocas de riesgo. Pero hay muchas protestas contra estas prácticas necesarias, y cuando se abandonan estas medidas, se acumula la vegetación disponible para arder».

A lo largo de la historia, han existido diversos métodos para controlar la masa forestal. El fuego es uno. La transhumancia es otro. La tala sería un tercero. «Hay que tener en cuenta que el recurso forestal es renovable, es decir, cuando se cortan árboles, se plantan otros para que los que yo he cortado sean repuestos. Pero la gente sigue criticando y acusando a las personas que lo hacen. Cuando criticamos esto sin entender su necesidad, estamos siendo parte del problema climático. Con la cantidad de energía que hay actualmente acumulada en los bosques y en la atmósfera, los incendios arden con mayor temperatura y durante más tiempo», argumentaba el experto.

Cambio climático

Dalmau defendía, asimismo, la propia naturaleza del fuego, con el que «hay que aprender a convivir». De hecho, «los incendios siempre se pueden prevenir o al menos podemos mitigar sus efectos», subrayó. No obstante, insitió en la complejidad de esta cuestión: «Los incendios forestales son un problema complejo que no dependen de un solo factor. Dependen de la acumulación de vegetación, de los cambios culturales, de las actividades productivas que se han abandonado, del modelo urbanístico de implantación de viviendas en zonas de riesgo? A todo eso hay que añadirle el cambio climático, que provoca que los bosques cambien, sequías cada vez más largas, un clima más cálido y seco».