Luis Hernando Ramírez Calderón, párroco de Catadau, ha convertido parte sus sermones en mítines contra la izquierda. El gobierno de la localidad, formado por representantes de Compromís y ex militantes del PSPV, cansado de las invectivas que le lanza desde las homilías o en las redes sociales contra las políticas que promueven los gobiernos estatal y autonómico, ha condenado con dureza la actuación del cura al considerar que el púlpito de un templo no es el lugar adecuado para lanzar determinadas consignas. La polémica viene de lejos.

Ramírez fue ordenado pastor en Bogotá (Colombia) en 1995. Antes de situarse al frente de la parroquia de San Pedro Apóstol, allá por octubre de 2018, ejerció como sacerdote en Samper de Calanda, Castelnou y Jatiel (Teruel). Diversas fuentes consultadas por este periódico aseguran que en cuanto llegó a Catadau se observaron comportamientos que no agradaron a una parte de la feligresía. Además de hablar de las bondades del cristianismo, Ramírez ha hecho suyos discursos que bien podría haber realizado un candidato político conservador a las puertas de las elecciones. Críticas contra Catalunya o Venezuela se han colado en alguna ocasión en los actos religiosos, ya sea en una misa convencional o en aquellas que se realizan durante días festivos.

Los colectivos LGTBI y feministas tampoco se han librado de los comentarios del cura párroco de Catadau. Las mismas fuentes subrayan que el día 8 de marzo, en el que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, envió mensajes de WhatsApp en los que alertaba de los movimientos «feminazis» y abogaba por las diferencias entre hombres y mujeres frente a los mensajes de igualdad que ha interiorizado gran parte de la sociedad tras años de lucha.

Su historial no termina ahí, ya que las víctimas de la Guerra Civil también lo han sido de sus discursos. «A la gente que está buscando los huesos, les pido que pare...», llegó a pronunciar en una ocasión en una clara referencia a las asociaciones por la Memoria Histórica que intentan encontrar a sus familiares en cunetas y fosas comunes. Paradójico, cuanto menos, ya que se trata de personas que ni siquiera pudieron elegir si querían una santa sepultura.

Recuerdo para Franco

Una semana antes de las elecciones del 28 de abril los mensajes políticos del sacerdote de Catadau se colaron en pleno Domingo de Resurreción para pedir a sus feligreses que «no votasen con las vísceras», sino que lo hiciesen «con el corazón», al mismo tiempo que instaba a no votar a «aquellos que quieren romper España». Otras fuentes señalan que dio un paso más allá en la celebración de la eucaristía de Todos los Santos, en la que rogó por el alma de «todos los muertos, incluido Francisco Franco Bahamonte».

La constitución de un Gobierno central de corte progresista ha sido el epicentro de sus últimas proclamas: «Es una gran desgracia que lleguen a poder hombres comunistas y anarquistas. Pero es aún mayor desgracia que lleguen al poder con los votos de los católicos, ignorantes católicos que le compran al verdugo la cuerda con que han de ahorcarse». Ese fue, literalmente, su mensaje.

Para muchos vecinos, estos discursos del párroco de Catadau se encuentran fuera de lugar y, según ha podido saber este diario, han optado por dejar de ir a la iglesia por esta circunstancia. Los feligreses (y también los que no lo son) esperan de un cura «que lance mensajes de concordia, que promuevan la unión de todos los pueblos y el amor al prójimo, pero no pregones en los que se busca enfrontar a la ciudadanía en base a sus preferencias políticas», reprochó ayer un ciudadano.