Las sensaciones que transmitía la campaña del caqui tras un arranque esperanzador no eran buenas y, a pesar de que en el tramo final se han recuperado ligeramente los precios, finalizada la misma, el balance resulta desalentador. El presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA), Cristóbal Aguado, que el lunes participó en la asamblea de la delegación de Alzira, no dudó en calificarla como «la peor campaña de la historia del caqui en nuestra tierra», con liquidaciones en algunos momentos de diez céntimos el kilo que no permiten cubrir los costes de producción, y señaló que se trata de un motivo de «enorme preocupación».

Aguado criticó la «incompetencia política» tras cerrarse las puertas del mercado ruso -«nos dijeron que abrirían nuevos mercados en Perú, China o Japón pero siguen por abrir», señaló, mientras criticaba que las ayudas anunciadas por la Unión Europea se dieron el primer año y solo a las cooperativas-, pero también realizó autocrítica al señalar que «no tiene ningún sentido» lo que ha sucedido en esta campaña. En esta línea, y tras detallar que el 87 % de la producción europea de caqui es valenciana o que el 90 % de los operadores que comercializan el caqui en España son también valencianos, lamentó que el sector no sea capaz de crear una interprofesional «y ponernos de acuerdo para analizar la campaña y defender un precio digno». «Hemos sido incapaces y todos tenemos nuestra parte de culpa», dijo.

El presidente de AVA defendió que incluso con una producción como la de este año, estimada inicialmente en 400.000 toneladas, si el sector se organiza puede defender un buen precio a lo largo de los casi seis meses que puede llegar a prolongarse la campaña, de septiembre a febrero o marzo, detalló.

El exceso de cosecha tiene arreglo

«Si el problema es de exceso de producción tiene fácil arreglo», expuso de forma taxativa, mientras señalaba que, como ya sucede en la Rioja con la uva o en Francia y algunas zonas de Italia, pueden ser las propias organizaciones de agricultores las que opten por desechar una parte de la fruta para evitar la saturación del mercado y garantizar unos precios rentables para los productores. De esa forma, dijo, «podemos hacer que todos los años sean buenos». «Si somos egoístas nos hundiremos todos. Tenemos que pensar más en el conjunto y menos de forma individual», reivindicó Aguado, que abogó tanto por la unión de agricultores independientes por pueblos como del sector en una interprofesional. El dirigente agrario indicó que actualmente hay diez grandes cadenas en Europa que compran el producto y acaban imponiendo los precios y señaló que si los agricultores logran hacerse fuertes a través de la unión «tendremos más peso en la cadena».

Aguado definió la campaña agraria de 2019 como «verdaderamente desastrosa» ya que a los bajos precios del caqui se unen los de la naranja -que también valoró como una de las peores de la historia- y los de la fruta de verano del año pasado, que derivaron en el arranque de plantaciones.