El desplome del techo de una vivienda ubicada en la calle Pont de Xàtiva de Alzira obligó a desalojar en la madrugada del jueves de forma preventiva un inmueble colindante de menor altura, sobre el que cayeron numerosos cascotes, aunque afortunadamente no se produjeron heridos. La casa que sufrió el hundimiento de la cubierta se encontraba deshabitada y linda con otro inmueble que se desplomó la pasada primavera. El hijo del propietario, Juande Mancebo, no dudó en atribuir lo sucedido ayer a los daños que ocasionó este primer hundimiento -y los sucesivos que se han registrado en ese inmueble en ruinas, según comentó- «al tratarse de construcciones superpuestas».

El hundimiento se produjo hacia la medianoche. Pepe Soler y su mujer se acababan de acostar cuando, según su relato, escucharon un gran estruendo. «Fue un castañazo que hizo temblar la casa y todo», comentó, mientras señalaba que en un primer momento se asomó a la calle y observó algunos escombros aunque, al subir a la terraza de su casa, se percató de lo que había sucedido. La cubierta a dos aguas de la vivienda colindante se había hundido -la viga de madera que la sustentaba asomaba vencida en vertical- y «una gran cantidad de ripio» había caído sobre su vivienda, cubriendo incluso las cajas con las palomas que tenía en un extremo de la terraza. «Mi mujer se tuvo que tomar un tranquilizante», comentó, al tiempo que relataba que, con la ayuda de la Policía Local, todavía de madrugada pudo salvar las palomas que habían quedado atrapadas en las jaulas entre los escombros.

El hundimiento de esta vivienda movilizó tanto a la Policía Local de Alzira como a efectivos del parque de bomberos que, de forma preventiva, acordonaron la calle y aconsejaron a los tres ocupantes evacuar la casa hasta que los técnicos del ayuntamiento pudieran supervisar su estado. Ayer por la mañana, tras la oportuna inspección, pudieron volver a ocuparla.

La casa que sufrió el hundimiento de la cubierta se encuentra deshabitada desde hace algo más de dos años, cuando el propietario tuvo que ser ingresado en una residencia, y aunque sin vivir en ella, los hijos han mantenido el uso. La fachada exterior presenta aparentemente un buen estado. Juande Mancebo comentó que hasta hace siete meses su hermana había tenido en este inmueble varios perros y, si bien indicó que habían mostrado su preocupación por los daños que pudiera haber sufrido la casa con el hundimiento de la colindante, les indicaron tras una revisión que «no estaba para caer». Con todo, indicó que sacaron los animales «por miedo». Ayer se mostraba convencido de que la caída de la viga de la casa vecina había acabado por arrastrar a la que sustentaba la vivienda de su padre, un inmueble de tres alturas, debido al sistema constructivo.